domingo, 9 de diciembre de 2018

1659 (D 9/12/18) Sobre fanatismos y supremacismos

Sobre la peste nacionalista (la excluyente, no la del amor a la patria chica) ampliamos con lo que sigue la entrada de ayer.
Félix de Azúa
      El fanatismo tiene como primera víctima al propio fanático. Todas sus acciones y su vida entera están dominadas por el odio y no se percata de que el primer objeto de su odio es él mismo y lo que cree defender. Baste un ejemplo. Hay unos patriotas que van dando conferencias por Cataluña y publicando artículos en los que afirman que Santa Teresa era, en realidad, de Banyoles, que el Quijote se escribió primero en catalán o que Colón era mallorquín. Con semejantes majaderías lo único que consiguen es dejar claro como el agua que se avergüenzan de su cultura, de su historia y de Cataluña. Humillados por lo que ellos consideran una cultura inferior frente a la gran cultura hispánica, tratan de adueñarse de lo que codician y de ese modo manifiestan una admiración obsesiva por la cultura española y un gran desprecio por la catalana. Eso es el supremacismo.
      Aunque esta reflexión parezca mía, no lo es. Forma parte del texto de un artículo, Auto odio, de Félix de Azúa. (Y ahora, además, me dicen que ni siquiera Tirant lo Blanc es catalán, que es valenciá…)

      Sin embargo, buscando el bien que todo mal conlleva (y viceversa) no nos duelen prendas al reconocer que gracias al conflicto catalán nuestro sistema político ha secretado la pus de la cúpula judicial contaminada por el Poder legislativo y el Ejecutivo que, si bien llevaba oculta desde dios sabe cuándo, es ahora cuando sale a la luz con todo su esplendor. La trifulca catalana tiene también mucho que ver con la confrontación derecha/izquierda a nivel nacional y la defenestración del gobierno del Gran Corrupto del PP, Mariano el Falaz, lo cual es de agradecer.

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