sábado, 8 de diciembre de 2018

1658 (S 8/12/18) Socialdemocracia

La democracia es un sistema político realmente imperfecto. Pero aún no han encontrado otro que sea menos malo.
   A la democracia últimamente le han puesto apellidos: democracia popular (en la URSS marxista leninista), democracia orgánica (la de la dictadura franquista), la llamada democracia independentista… Como veis, todos tratan de tildarse de demócratas, utilizando siempre la palabra democracia para legitimarse. Así que algo bueno debe tener la democracia para que todos la proclamen como suya.
     Que todos los partidos, autodenominándose demócratas, defiendan y prometan lo mismo, la felicidad, el empleo, la seguridad…, es natural. Lo que les hace distintos es el modo, la forma, el instrumento que van a aplicar para conseguirlo.
     Antes de que apareciera la socialdemocracia los sistemas económicos eran dos (por simplificar): el liberalismo de la economía de mercado (USA, Friedman) y el socialismo que nacionalizaba todos los recursos de la producción (la URSS, Mao, y todavía la Cuba de los Castro). La economía de mercado (autorregulado) creaba riqueza y desarrollo económico, pero también implicaba la explotación de la clase trabajadora y la desigualdad social(*), siendo la peor la desigualdad de oportunidades. El socialismo soviético redistribuía la riqueza (más bien la pobreza) pero se hundió por falta de estímulos e iniciativas personales.
     Hasta que apareció la socialdemocracia en la década de los 60, abanderada por los países escandinavos (Olof Palme) e implantada en España por Felipe González en el 82. Y qué es la social democracia?
     Una política económica equidistante entre las dos, el liberalismo y el socialismo, y no aceptando lo malo de los dos y lo bueno de ninguno, sino todo lo contrario. Deja que la economía de mercado produzca riqueza que ya vendrá el tío Paco (el Estado) con impuestos para redistribuirla. Así pues, economía capitalista pero con redistribución social. Hoy día no cabe ninguna política económica que repudie el mercado ni ninguna democracia que desdeñe el aspecto social. Y así, no cabe democracia si no es socialdemocracia, democracia social.
      La socialdemocracia es, pues, una política de justicia social en el marco de una economía capitalista (de mercado). Es lo que llamamos el Estado del Bienestar, y en inglés Welfare State.
    Los recursos de producción se dejan en manos privadas menos cuando la seguridad nacional o el volumen de inversión aconsejen que sean públicos. Se trata, pues, de una economía mixta. “Competencia (mercado libre, pero regulado) donde sea posible, planificación donde sea necesaria”. Se reconoce la economía de mercado como la gallina de los huevos de oro, pero se la regula para controlar sus excesos y redistribuir la riqueza producida.
      Hoy día todas las políticas son socialdemócratas. Nadie niega la necesidad y la eficacia de la economía de mercado pero todos aceptan que la redistribución de la riqueza producida no sólo es un anhelo de justicia social sino también un acicate para la producción al participar todo el mundo en el consumo. La redistribución se realiza mediante impuestos progresivos con lo que pagan más los que más tienen (aunque todavía se resisten a ello.)
      Lo que no quita que unos cuantos acémilas sigan aferrados a la economía de mercado autorregulado y al neoliberalismo.com, con las consecuencias nefastas conocidas para las clases más necesitadas, como hemos podido comprobar en Europa estos últimos años de política económica austérica tan cruel como innecesaria.
       Por otro lado la socialdemocracia ha querido dejar bien claro que no tiene nada que ver con el socialismo radical, lo que indujo a González a meternos en la OTAN y abjurar de los principios marxistas-leninistas como doctrina de una política económica. Por su parte la derecha española que sigue tildando de “rojo” comunista a todo lo que huele a socialismo, busca eufemismos que, escondiendo objetivos socialdemócratas, mantenga términos y símbolos conservadores, tradicionales, incluso reaccionarios, políticamente correctos.
       El discurso inaugural en Vista Alegre de Podemos repetía casi textualmente el discurso de González en los 80. Hoy día los proclaman abiertamente, sin tapujos, aunque quieran diferenciarse del PSOE con un mayor énfasis en políticas asistenciales (renta mínima, pensiones, subsidios, subvenciones, desempleo…) que si se pueden gestionar es porque la economía de mercado ha generado los fondos necesarios para poder distribuirlos.
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(*) Robert Merton definió en 1968 el “efecto Mateo”: al que tiene más se le dará más y al que menos tiene hasta lo poco que tiene se le quitará, para dárselo a los que tienen más.

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