Divagaciones sobre este tema, de eso
vamos a tratar.
A mí me parece que no deberíamos echar toda la
culpa a los medios por su mediocridad. Saben lo que la audiencia les demanda y
eso es lo que nos ofrecen sus parrillas.
Corresponsabilicémonos, pues, con ellos de su superficialidad.
Corresponsabilicémonos, pues, con ellos de su superficialidad.
Entre una noticia importante y otra de
actualidad, los medios se inclinarán por esta última, ya se trate de la boda de
un famoso, de un avance médico o de un tema medioambiental. La actualidad rabiosa
explica la trepidante, desenfrenada, denigrante y lamentable actividad de los paparazzis
que perderán el trasero por una exclusiva (que casi siempre habrá sido compartida) .
Qué pide la audiencia? (por más que lo
niegue para no dar que hablar). Pues pide violencia, desgracias ajenas y morbo
a granel. No me preguntéis por qué, me limito a constatarlo. Un buen ejemplo
son los escraches y los accidentes. ¿Quién no se ríe viendo a una anciana
resbalarse y pegarse una piña o a un comensal con la cara tapada por una tarta
que le han estampado en el morro chorreando la nata que le deja la chaqueta
hecha unos zorros?
La actualidad no tiene gracia si se
limita a conductas bondadosas (a no ser que sean épicas) que ignoramos
cambiando de canal. A la actualidad no le basta la mera actualidad sino que la
quiere de rabiosa actualidad.
Por otra parte, destacar las noticias más
importantes implica que sobresalgan por su singularidad. Pero si para ello el
locutor nos reclama continuamente la atención alertándonos con un “tenemos una
noticia importante de última hora…”, o bien “pero antes…”, o incluso con un extemporáneo “atención!”, para que
no cambiemos de canal (lo cual conseguirían si estos énfasis fueran escasos y los pusieran sólo puntualmente), al
repetirlo como un tic, reiteradamente, ecualizan todas las noticias como si todas fueran las
más relevantes, con lo cual ninguna lo es.
La actualidad busca con ahínco las vivencias reales y, resaltando las violentas, se aferra a ellas con uñas y dientes sin percatarse de que ese énfasis desvirtúa la propia realidad, mientras que la ficción consigue ser real cuando el relato que nos transmite es creíble tan sólo por ser coherente. Por no hablar de la credibilidad que varía según las experiencias y esquemas mentales de cada uno. Pero este es otro tema que dejaremos para otro día.
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La actualidad busca con ahínco las vivencias reales y, resaltando las violentas, se aferra a ellas con uñas y dientes sin percatarse de que ese énfasis desvirtúa la propia realidad, mientras que la ficción consigue ser real cuando el relato que nos transmite es creíble tan sólo por ser coherente. Por no hablar de la credibilidad que varía según las experiencias y esquemas mentales de cada uno. Pero este es otro tema que dejaremos para otro día.
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P/D: La palabra inglesa actually significa “en realidad”.
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