sábado, 17 de noviembre de 2018

1638 (S 17/11/18) Actualidad

Divagaciones sobre este tema, de eso vamos a tratar.     
     A mí me parece que no deberíamos echar toda la culpa a los medios por su mediocridad. Saben lo que la audiencia les demanda y eso es lo que nos ofrecen sus parrillas.
        Corresponsabilicémonos, pues, con ellos de su superficialidad.
    Entre una noticia importante y otra de actualidad, los medios se inclinarán por esta última, ya se trate de la boda de un famoso, de un avance médico o de un tema medioambiental. La actualidad rabiosa explica la trepidante, desenfrenada, denigrante y lamentable actividad de los paparazzis que perderán el trasero por una exclusiva (que casi siempre habrá sido compartida) .
    Qué pide la audiencia? (por más que lo niegue para no dar que hablar). Pues pide violencia, desgracias ajenas y morbo a granel. No me preguntéis por qué, me limito a constatarlo. Un buen ejemplo son los escraches y los accidentes. ¿Quién no se ríe viendo a una anciana resbalarse y pegarse una piña o a un comensal con la cara tapada por una tarta que le han estampado en el morro chorreando la nata que le deja la chaqueta hecha unos zorros?
     La actualidad no tiene gracia si se limita a conductas bondadosas (a no ser que sean épicas) que ignoramos cambiando de canal. A la actualidad no le basta la mera actualidad sino que la quiere de rabiosa actualidad.
    Por otra parte, destacar las noticias más importantes implica que sobresalgan por su singularidad. Pero si para ello el locutor nos reclama continuamente la atención alertándonos con un “tenemos una noticia importante de última hora…”, o bien “pero antes…”, o incluso con un extemporáneo “atención!”, para que no cambiemos de canal (lo cual conseguirían si estos énfasis fueran escasos y los pusieran sólo puntualmente), al repetirlo como un tic, reiteradamente, ecualizan todas las noticias como si todas fueran las más relevantes, con lo cual ninguna lo es.
     La actualidad busca con ahínco las vivencias reales y, resaltando las violentas, se aferra a ellas con uñas y dientes sin percatarse de que ese énfasis desvirtúa la propia realidad, mientras que la ficción consigue ser real cuando el relato que nos transmite es creíble tan sólo por ser coherente. Por no hablar de la credibilidad que varía según las experiencias y esquemas mentales de cada uno. Pero este es otro tema que dejaremos para otro día.
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      P/D:  La palabra inglesa actually significa “en realidad”.

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