Los
comentarios y debates sobre la entrada 1551 del 31/3/18 “Por una Semana Santa
laica” me han hecho ver que no supe expresarme y que el texto resultaba un
tanto equívoco. Se ha interpretado que quise describir la Semana Santa como una
semana de pasión, de culpa y de muerte, y sí pero no, no era eso exactamente.
Lo que yo intentaba era decir que nuestros ancestros aceptaban la muerte con
naturalidad, lo cual contrasta con el temor infundado que nos han infundido las
religiones monoteístas. Y que, por magia asociativa con las semillas que se
reproducen, veían en la muerte individual (sacrificial) un instrumento sagrado
para asegurar la fertilidad (nuestra reproducción y la de la naturaleza en
general).
Me limitaré a este punto para evitar digresiones
que confundan. Y para rematar lo que acabo de exponer daré cuatro ejemplos.
Uno, la representación de la muerte con
una guadaña es correcta, pues muestra
la asociación de la muerte con futuras cosechas.
Príapo, dios del pene, era jardinero y
portaba una hoz como emblema. Por no
hablar de la complicidad Eros/Thánatos.
En los hipogeos de las pirámides
egipcias, en las paredes de las tumbas de los faraones, se pintaban cereales que más que provisiones para
asegurarle viandas al cadáver se me antoja que fueran instrumentos mágicos para
que el cadáver del faraón fuera un estímulo para la regeneración anual de la
primavera.
Osiris es
el dios egipcio de la resurrección, símbolo de la fertilidad y regeneración del
Nilo. Es el dios de la vegetación y
la agricultura. También preside el tribunal del juicio de los difuntos en la mitología
egipcia. Osiris residía en unos canopes* donde se guardaba trigo. Porque Osiris
no es sólo que fomentara las cosechas, es que él era el mismo trigo. Y el
canope su sarcófago.
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(*)
canopes: cuencos de madera que acogían
las vísceras de los faraones embalsamados. Palabra griega que en egipcio, "Kahnub",
designaba un puerto del Nilo y significaba suelo dorado, o sobreabundancia.
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