No vamos a diagnosticar la naturaleza
surrealista del psicodrama catalán habiéndolo ya hecho recientemente, el 16 de marzo (vide post 1536).
Aceptando que la farsa, ante la devoción febril de su militancia, han
terminado creyéndosela los mismos que fabricaron su mentira, no les queda más
salida que escapar hacia adelante, aunque nadie sepa a dónde van. Lo único que
tienen claro es que quieren mantener el pulso con el gobierno de Rajoy tensando
la cuerda hasta que consigan forzar una represión que puedan luego mostrar al
mundo mundial como prueba irrefutable de su represión. Y no es redundancia. Y
no para otra cosa se han formado los Comités de Defensa de la República (CDR),
dando por amortizadas a Omnium y la ANC.
Su motivación es ahora un “romántico suicidio al estilo de Numancia o de
Masada” (último bastión judío sofocado por los romanos), según lo ve Gil Calvo
para quien, como subproducto de este objetivo principal, “lo que pretenden es
destruir la reputación del adversario, como enemigo declarado que es del pueblo
catalán, a fin de anular sus posibilidades de recuperación electoral…
manteniendo tenso al electorado independentista y al españolista
desmovilizado”.
Así que lo dicho: de perdidos al río.
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