jueves, 5 de abril de 2018

1555 (J 5/4/18) De nuevo la dialéctica venganza o justicia

Son ya reiteradas las veces que me he pronunciado sobre este tema y para no repetirme en exceso me remito a la entrada 1481 de 20/1/18 de este mismo blog por no remontarme a las ns. 1040 del 10/2/2015, 843 del 23/10/2013 o la 448 de 18/9/2012, en todas la cuales hemos insistido en que la venganza y la justicia no sólo son distintas sino que se contraponen como opuestas y contrarias. La justicia se implantó para limitar, luego superar y por fin substituir a la venganza.
    Insisto en que comprendo la cólera de la madre que ve a su hijo muerto y desee para su asesino el peor de los castigos. Incluso entiendo que intente razonar su indignación con el argumento de que ese canalla no pueda salir nunca de la cárcel para evitar que repita su actuación con nuevas víctimas. Qué digo, incluso que se le aplique la pena de muerte. Para que no pueda matar a más víctimas inocentes.
   Pero el legislador no se puede dejar arrastrar por esa misma ira cuando redacta un código penal. No voy a repetirme sobre los argumentos que han impuesto la idea de la reinserción social, como objetivo de su internamiento. Pero una vez aceptados, prácticamente por la totalidad de los expertos de los países civilizados, y condenada como lo está casi por unanimidad la pena de muerte, la cadena perpetua, los trabajos forzados, etc., no es de recibo que a estas alturas se replantee la cadena perpetua cualesquiera que sean los eufemismos, como lo es el de “prisión perpetua revisable”, que quieran utilizarse.
    Otra cosa es la consideración que nos merecen esas masas vociferantes que reclaman venganza en nombre de la justicia, cuando realmente lo que demuestran es su sed de linchamiento, sin importarles si el supuesto criminal es o no culpable, porque sin saberlo lo que intentan es una catarsis colectiva mediante su participación en el sacrificio de un chivo expiatorio que, aunque fuera inocente, sólo por el hecho de ser víctima se sentirá y reconocerá como culpable. Con cuyo juicio paralelo interfieren en la imparcialidad, serenidad e independencia imprescindibles que necesita el juez penal.
   Ana María Ovejero nos avisa que “sin la presunción de inocencia, que es la piedra angular del sistema de enjuiciamiento criminal, quedaríamos al pairo de quienes pueden ejercer sin control el castigo, la represalia o la venganza”. (Si queréis leer su texto completo click aquí.)
Pero lo peor es el aprovechamiento que el gobierno, carroñero, quiere sacar de estas desgracias para arañar los votos de los familiares y allegados de las víctimas, arrojándoles la carnaza de los muertos.

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