Se nota cuando se escribe sin ganas. Se nota
sobre todo en que dejan de leerte. Porque escribiendo por obligación no sale un
texto fresco. Y aburre. (Me aburro hasta yo). Fijaos cómo han ido empeorando
las entradas en estos días. Pues que sepáis que la culpa es vuestra cuando me
exigís que no deje de hacerlo. Porque entonces, al escribir por compromiso (de
no faltar a la cita diaria), se pierde la espontaneidad. Es algo forzado, mecánico,
sin la emoción mínima necesaria para producir un relato con un mínimo de
gracia. Y de dignidad.
Y qué habéis hecho? Pues castigarme. Mandarme al carajo, con la excepción
de los lectores de España, USA, Francia, Alemania, Irlanda, Ucrania… que han
permanecido fieles, vete tú a saber por qué.
Y ahora esto? esta penosa autocompasión inmadura, adolescente,
mendigando vuestra atención... Anda ya! sabéis que os digo. Que más me valdría
escribir solamente cuando me apetezca. Lo cual pienso hacer, aunque sea sin
ganas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario