viernes, 16 de febrero de 2018

1508 (V 16/2/18) Alarmas y normalidades

Una noticia (cualquiera) de prensa:
Tras unos días de calma bursátil, el IBEX bajó el miércoles un 2,85%, su mayor caída desde el 24 de junio de 2016, después del referéndum en el que los británicos decidieron su salida de la UE... Los analistas temen futuras convulsiones ante una crisis política de consecuencias incalculables...  España se encuentra en un callejón sin salida.  Las casas de análisis improvisaban el miércoles documentos en los que trataban de calibrar los efectos en los mercados de la mayor crisis política a la que se ha enfrentado la democracia española en sus cuatro décadas de historia. Etc. etc. etc…

      Oigo en el noticiario de la tele (y en la radio, y en la prensa…): Catástrofe en las bolsas, el índice no sé qué baja un 4,5%, los inversores pierden 250 millones de € en un día… Y nada más falso. Por mucho que baje la Bolsa, nadie pierde nada. Pero de lo que se trata es de crear alarma. Y con la alarma, un aumento de la audiencia. Porque desde millones de años atrás, lo extraño lo consideramos peligroso, y ante el peligro la alarma nos pone en tensión, con todos los sentidos atentos, que es lo que quiere provocar el noticiario cuando tergiversa la información de esa manera. Porque nos dan como hechos lo que no son sino su interpretación, interpretación falsa, por cierto. Como vamos a ver ahora mismo:
     El accionista que compró ayer a 100 y que ve que hoy su valor se cotiza a 95,5, no pierde nada por ello: le basta esperar a mañana (o una semana o varias semanas…) para que su acción se revalorice de nuevo y se estabilice. Lo cual ocurre normalmente, porque si no fuera así estaríamos ante una catástrofe de verdad, la que se produce cada 30 años, por decir algo, pero no todos los días como nos quieren hacer creer estos falsos profesionales del periodismo. La información podría darse completándola con el añadido de que esas bajadas y subidas, en el devenir diario de las cotizaciones, son normales y que no tienen por qué alarmar al accionista. La noticia ni siquiera es noticia pues los inversores interesados conocen su importancia (nula) y no les interesa. Alarmando erróneamente la noticia, la inventan. Magnificando los "hechos", quieren hacer de la alarma la normalidad.
  Todos los desarrollos, procesos, discursos, evolucionan normalmente en picos de sierra, casi nunca de una forma lineal, cuya interpretación correcta la da una línea imaginaria que va desde el punto de partida hasta el final (la media). Ubicarse en las puntas, las altas o las bajas, de los dientes de sierra, y sacar conclusiones, y no digamos extrapolaciones, desde esa falsa perspectiva, sólo nos llevará a decisiones erróneas cuando no directamente al disparate.
     Y esto que he dicho antes de la Bolsa se repite todos los días en todos los sectores. Ahí tenéis por ejemplo las nevadas. Qué más normal que el que nieve en invierno? (con excepciones, como ocurrió con la AP6, donde la noticia no era la tormenta de nieve sino la incompetencia de las autoridades gubernamentales para evitar los atascos que se dieron). Pero ese hecho se magnifica con adjetivos que distorsionan la información, para alarmarnos, algo reprobable que deberíamos sancionar dejando de prestarles atención.

No hay comentarios:

Publicar un comentario