sábado, 10 de febrero de 2018

1502 (S 10/2/18) Orgías en los carnavales

Los carnavales son más que una crítica política y social. Son el desmadre, la sátira, una válvula de escape. Las críticas refuerzan, más que corrigen, las conductas de los criticados, mientras que la sátira fuerza cambios de conducta en los ridiculizados. Son, pues, una magnífica terapia social.
     El origen de nuestros carnavales está en las saturnales romanas, tras el solsticio de invierno. Los esclavos disfrutaban durante unos días la inversión de papeles con sus amos, que les servían como si ellos fueran sus criados y les cedían el mando y gobierno de la casa. Uno de ellos era coronado rey… pero sólo para ser finalmente azotado y sacrificado, como restos rituales del sacrificio del rey sol sagrado, el más excelso del grupo que, enterrado después como semilla, aseguraba una posterior “resurrección” (colectiva) en primavera. El Ecce Homo católico, Xto. rey coronado y con cetro real en las manos, que ha de ser sacrificado por los demás como “chivo expiatorio” (que carga sobre sí las culpas de todos) y ha de resucitar después (en primavera), es una colonización más de rituales paganos parasitados. 
       La muerte de todos y cada uno de los siete reyes romanos (753-509 adne.) “en extrañas circunstancias” nos delata que aún persistían los sacrificios de los reyes sagrados y que sus “hijos” (sucesores) fueron sus propios verdugos, destinados a ser sacrificados a su vez después como enseñaban los mitos de Cronos ejecutando a su padre Urano, de Zeus inmolando a su padre Cronos… o Edipo asesinando a su padre Layo a quien sucedió como rey de Tebas. Los famosos sacrificios de Atis, Adonis, Dionisos, Osiris…, todos ellos despedazados tras su muerte (sparagmoi) eran símbolos también del chivo expiatorio. El troceamiento del cuerpo sería necesario para su ingesta en el ágape/eucaristía que seguía. Si Xto. no sufrió el descuartizamiento fue porque en la Biblia se profetizó que “no se le quebrantaría ningún hueso” (Exodo 12,46, Salmos 34,20…) y así siguen vigilando los rabinos que en las comidas judías el cordero (su símbolo) sea sacrificado ileso.
     Dionisos es el dios de las máscaras, del teatro, de las drogas, de las orgías, en suma del carnaval. En los misterios de Eleusis (mes anthesterion, marzo) copulaba con Deméter, diosa de la agricultura, para impulsar la actividad reproductora de la Naturaleza. (Para mí tengo que el que actuara de Dionisos, o algún otro, sería sacrificado y descuartizado al final de la ceremonia). También se celebraban entonces, en el equinoccio de marzo, las fiestas de la resurrección desde lo profundo de la tierra de la Primavera (Perséfone), hija de Deméter.
      Si os habéis fijado habréis visto que las fiestas paganas que se celebraban desde el solsticio de invierno hasta el equinoccio de la primavera (21/XII al 21/III) tenían como fin asegurar la supervivencia de la especie que resurge en el mes de marzo, sobresaliendo dos rasgos: uno, el sexo reproductor y el otro el sacrificio del macho copulador. El ritual del sacrificio del rey comienza tras el solsticio de diciembre y culmina en marzo con su muerte y resurrección en la Semana Santa. Gracias a estos rituales de nuestros ancestros podemos nosotros celebrar la primavera todos los años.
     Los carnavales, pues, no son sólo una válvula de escape, un permiso a la plebe para que se desmadre (pero ojo, por un tiempo limitado), una orgía catártica y terapéutica, sino un ritual sagrado de supervivencia y reproducción.

      Río, Tenerife, Venecia…, pero que queréis que os diga, a mí me gusta Cádiz.

3 comentarios:

  1. A mí también el carnaval de Cádiz me gusta más. Es el mio

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  2. También yo me sumo. Dentro de todas las fiestas comunales, los carnavales son mi favorita, con mucho. Ritual, catártica, satírica y denunciadora, nos sacude de la somnolencia del invierno y nos anuncia la alegría de dias más largos de sol y temperaturas suaves. A disfrutarlos, que luego ya vendrán el luto y las penitencias.

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