Estoy harto de oír recriminaciones contra
los piropos como acoso y por tanto como rasgo de machismo.
Donde esté un piropo
con gracia y bien dicho que se acallen la protestas. Pretendidamente feministas.
El feminismo no es eso. El feminismo es una lucha por la igualdad de los géneros.
Acusar al piropo de machismo, así sin más, es condenar las relaciones sexuales
al aburrimiento en aras de una pretendida igualdad que ni cabe ni la queremos.
El encanto del juego de la seducción (no rechazado) forma parte substancial de
las relaciones entre géneros. Y quienes lo tachan de machismo delatan su propia
frigidez y su intención de castrar a los que lo practican.
Cómo puede molestar que a una mujer le digan, por ejemplo: Algún día quiera dios que la Pascua caiga en
viernes, y la luna en tu tejao... y yo en la cama que duermes... A quienes les moleste que les cedan la puerta o les arrimen la silla, al menos que digan "gracias", no?
Catherine Deneuve,
Catherine Millet, Anne-Elisabeth Moutet… y hasta la misma Simone de Beavoir se pronunciaron en contra de este absurdo: “si la sensualidad sólo se acepta de
forma racional, ésa es una manera de rechazarla. No debemos aceptar las relaciones entre hombres y mujeres como una guerra permanente, como si en realidad no se gustaran, en una desconfianza mutua”.
En las críticas a los piropos (agradables), que forman parte del intento
de seducción, detectamos cierto odio a los hombres, una represión de la sexualidad,
y una paranoia antimasculina.
Feminismo, sí, claro que sí. Pero no confundamos la velocidad con el
tocino. No nos pasemos.
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