martes, 30 de enero de 2018

1491 (M 30/1/18) Sir Winston Churchill

Expuesto a vuestros gritos, “hala! sageraooo!”, me aprieto los machos y cojo y lo digo: La segunda guerra mundial la ganó un solo hombre, un titán, se llamaba Winston Churchill. Totalmente solo: le rechazaba Roosevelt, su gobierno, su propio partido, su rey…, pero sabía que su pueblo lo apoyaba.
   El motivo de su aversión tan general era que él rechazaba la política del anterior primer ministro Chamberlain quien, al igual que Petain hizo en Francia, y en contra de la opinión de De Gaulle en el exilio, intentaba en vano negociar una paz digna con los alemanes, con tal de salvar vidas en su patria invadida. Y mientras negociaban, los tanques alemanes invadían Noruega, Bélgica, Holanda… y hasta la misma Francia.
      Yo conocía el relato de las barcas civiles, de pesca y deportivas que, a pesar de las bombas alemanas que les caían encima en el estrecho de Calais, ayudaron a los 300.000 soldados británicos a escapar de la playa de Dunkerque donde los alemanes los tenían rodeados y cautivos en junio de 1940. Lo que no sabía es que Churchill se había atrevido a dar una orden al Almirante de la Royal Navy, Bertram Ramsay, para implicar a la sociedad civil en la operativa bélica. Menuda autoridad moral tenía que tener Churchill para atreverse a esto! y para que los particulares que acudieron a rescatar a sus paisanos reaccionaran como lo hicieron, en masa, aunque hay voces que avisan de que esta versión raya en la leyenda.
     Tampoco sabía que el signo de los dos dedos en V, en Gran Bretaña, si la mano se muestra del revés, como lo hizo Churchill la primera vez, antes de que le avisaran, no significa victoria sino “a tomar por el culo”!
    Esto y bastante más lo podréis ver en la película El instante más oscuro del director Joe Wright en la que el personaje de Churchill es interpretado por Gary Oldman. Espero que la disfrutéis tanto como lo hice yo.
   Varios meses después de la victoria, Churchill se presentó a las elecciones en el Reino Unido… y no las ganó. Un inglés me lo explicó, con sólo tres palabras: speaks too well(*).
­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­________________________
(*) La institución ateniense del ostracismo, del siglo IV adne., que se llamaba así porque se votaba sobre ostrakoi, piezas de arcilla, no condenaba al “elegido” al silencio sino al exilio por cinco años. Lo curioso es que el elegido lo era por ser el más digno, o el más famoso… Los genios pueden ser necesarios en momentos de crisis o situaciones límite, pero en tiempos de paz pueden ser peligrosos. En realidad el ostracismo griego se aplicó pocas veces.

No hay comentarios:

Publicar un comentario