Desde mañana, 28 de enero, hasta 14 semanas
después podéis adquirir junto a El País dominical unos volúmenes sobre
Neurociencia y Psicología que prometen. Yo compraré el primero, que cuesta sólo
1,95 €, sobre nuestros recuerdos en tanto que nuestra memoria construye nuestra
identidad, para ver cómo va y probablemente dos más, uno sobre las neuronas
espejo y el otro sobre patología criminal. Según lo que cuesten y el interés
que me susciten, quizás compre más. Aunque ya no quede sitio en las estanterías
de la biblioteca.
Los temas que tratan van desde el Yo, la Consciencia…, hasta las
Emociones (tan importante o más que la razón en nuestras tomas de decisiones),
Plasticidad, redes neuronales, ¿el cerebro nace o se
hace? ¿tiene sexo el cerebro? Todo eso con 86.000 millones de neuronas y miles de billones de conexiones eléctricas (sinapsis), dirigidas por las neuronas madres y ejecutadas por las periféricas entre las cuales están las que hacen crecer el pelo o las uñas, por decir algo. Las que, con el tiempo, cometen torpezas propias de la edad (vello exagerado o fuera de lugar en las orejas y en la nariz..., por ejemplo).
El asunto de las neuronas espejo me resulta especialmente
interesante porque cuando era estudiante de Antropología aprendí que el
aprendizaje se realiza principalmente por emulación, imitación de aquellos a
quienes admiramos. Lo que ahora se añade es que esta función se asocia a la
empatía. Llorar en la película cuando sufre la
protagonista o contagiarse de la risa, son efectos de las neuronas espejo. Sus
funciones cognitivas y emocionales son necesarias para la interacción social.
Se las denomina así porque “reflejan el comportamiento de los otros y simulan en
primera persona la acción percibida como si fuera realizada por nosotros mismos”.
Ellas nos permiten interpretar las intenciones de los demás desencriptando sus
emociones y comunicación no verbal.
En cuanto a las mentes criminales me fascina el tema
en todos sus aspectos (cuando estudiaba Derecho pensaba ejercerlo como
penalista, pero gratis, de oficio, defendiendo a criminales y otros por el
estilo, metiéndome en su pellejo). Realmente los delincuentes son psicópatas? Las psicopatías provocan un trastorno antisocial. Hasta qué punto son “irresponsables” por una disfunción psicológica? Y dónde
queda el margen de nuestra libertad para delinquir o dejar de hacerlo? Cómo puede frenarse el incremento de delitos cometidos por adolescentes en el barrio bilbaíno de Otxarkoaga? “Culpable”,
sentencia el jurado, y hala ya está, se le enchirona y… se acabó? no hay nada más?
Por lo menos los malhechores sirven para distinguir a las personas decentes. Quiero
decir que igual que no habría guapos sin feos con los cuales contrastarse, o
altos sin bajos con los que compararse, vosotros, eh! guapos!, al menos agradecedme
que lo seáis.
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