jueves, 2 de noviembre de 2017

1444 (J 02/11/17) La muerte como origen de la vida

Por qué festejamos a todos los difuntos y a los santos? Según los católicos hoy, el día 1, es de "Todos los Santos" y mañana, día 2, el de los "Fieles Difuntos". Sin embargo Halloween, una fiesta para dar culto o rendir homenaje a los muertos, se celebró la noche del 31 de octubre, como Hallow eve, "Víspera de los Muertos", lo que sitúa correctamente en el día 1 el día de los difuntos. Cuáles son los orígenes de esta tradición? Insistiremos en lo que hemos venido diciendo todos los años en estas mismas fechas. Su origen se remonta a los tiempos en que la Muerte se celebraba como origen de lo vivo, y no como ahora en que vemos la Muerte como el final de la Vida. La muerte era sagrada, porque sagrado era todo lo que tuviera que ver con la muerte. Pero ahora la despaganizan, la colonializan, haciéndola "santa".
Que la Muerte era fecunda puede comprobarse en el ritual del enterramiento, donde el cadáver-semilla es inhumado para que pueda reproducirse en las siguientes generaciones como ocurre en el ciclo anual del mundo vegetal(*). Ese es el sentido de las coronas de flores en los cementerios. Ese es el sentido de las coronas que portaban los reyes sagrados que iban a ser sacrificados. Ese es el sentido, el de sacrificarse por sus pueblos, que explica las coronas de los reyes. El Ecce Homo representa el sacrificio saturnal del chivo expiatorio coronado que será sacrificado por su pueblo. Que la Muerte fuera proscrita en los siguientes tiempos patriarcales, con enterramientos extra muros, lo demuestra la prohibición de morir, ni siquiera enfermar, en la isla Delos donde nació el dios "masculino" Apolo, hijo predilecto del nuevo dios-Padre (Zeus).
Es sabido que toda civilización sometida a una nueva cultura verá satanizados sus dioses y valores ante los dioses y valores de la nueva cultura dominante, la cual aprovechará en su beneficio los mitos y rituales que en la cultura sometida se mostraron eficaces. Al menos en lo que respecta a convocar multitudes. Así los dioses nativos se verán sustituidos por los nuevos, pero manteniendo las viejas tradiciones; las catedrales católicas se insertarán en el centro de las mezquitas conquistadas, las romerías mantendrán sus fechas y rutas pero no el tradicional motivo de su culto; la adoración al sol en su solsticio de invierno el 21-24 de diciembre cederá su protagonismo como día del nacimiento del nuevo dios (solar), y hasta Hipólito, cuyas fiestas eran celebradas a mediados de agosto, y que era homosexual (daba culto a Artemisa en lugar de a Afrodita) -hijastro de Fedra que rechaza a su madrastra quien lo calumnia y fuerza a su padre Teseo a maldecirlo, lo que le lleva a morir a los pies de sus caballos-, se convertirá en san Hipólito mártir muerto a los pies de unos caballos. Etc., etc., etc.
        A Perséfone (diosa destructora, representante de la muerte de la naturaleza en el invierno) se le rendía un culto multitudinario en esta fecha del 1 de noviembre, comienzo del invierno en el calendario antiguo, con fastos superiores a los que celebraban su retorno a la tierra como diosa de la primavera cuando se regenera la naturaleza. Una fiesta con tal raigambre y fuerza tenía que ser colonizada por los nuevos dioses, pero no ya como fiesta de muertos sino como fiesta de Todos los Santos, con los nuevos valores, y al no conseguirlo, por continuar los fieles recordando a sus muertos en esta efemérides, la desplazaron al día siguiente para en su lugar festejar a todos los santos. Sin percatarse, oh incultos devotos del Padre de los dioses!, que los difuntos, sagrados, ya eran de por sí santos, todos los santos.
El relato del mito es, en resumen, como sigue: Deméter, diosa de la agricultura, busca afanosa, desesperadamente, a su hija Perséfone (“la que lleva a la destrucción-muerte”, diosa de la Primavera, Proserpina en Roma) que ha desaparecido en el invierno abducida por el dios Hades en el Hades (dios del mundo ctónico, en el subsuelo de la Tierra). Al amenazar Deméter con una hambruna sin fin por la ausencia de frutos y cosechas en la Tierra si Hades no le devolvía a su hija, Hades y Deméter se sometieron al juicio de Zeus: Perséfone cohabitaría con Hades en su mundo subterráneo los 6 meses de invierno, y viviría con Deméter en la superficie de la Tierra los otros 6 meses desde la floración de la primavera.
El invierno comenzaba el 1 de noviembre y en esta fecha se celebraba la Muerte de Perséfone, su encierro en el mundo del Hades, con más solemnidad y afluencia que la de su resurgimiento en primavera. Por qué? porque nuestros abuelos sabían que en el proceso de supervivencia del ser humano lo más importante era la muerte como origen de la vida. Es la muerte del cadáver-semilla la que hace posible, tras su enterramiento, su múltiple reproducción en la próxima primavera. El eterno retorno. Así se entiende la fuerza que perdura en el tiempo de la fiesta que exalta la muerte como protagonista de nuestra vida, desde Mesopotamia a México, pasando por el Halloween en USA (All Hallows Evening, ya cristianizado, mezclando –correctamente!– la muerte con lo sagrado, ahora santificado).
Como la nueva cultura cristiana no podía desarraigar una tradición secular de tanta fuerza, intentaron suplantarla con otra fiesta, ya cristiana, la de Todos los Santos, para sustituir a la de Todos los Muertos, ignorando que santo-sagrado es lo mismo que impuro, contagioso, como todo lo que tiene que ver con la muerte. En efecto, santo y sagrado son lo mismo, y no hay nada más sagrado que un difunto. Pero al ser desplazada al día siguiente, cediendo su lugar a la fiesta de los Santos, resulta que la fiesta del día 2 no es sino la versión cristiana de la misma fiesta, la pagana, cuya celebración de la Muerte debería festejarse en el día anterior. Y los fieles (paganos) confirman el sentido genuino de esta fiesta celebrando en estas fechas a sus muertos y yendo a los cementerios que es lo suyo.
      Llevan razón, pues, los mexicanos celebrando la Muerte como se merece, y los norteamericanos haciendo chanza de Ella en la Víspera de la Muerte (Hallow-eve: víspera de todos los santos, o de todos los muertos, que en principio era lo mismo) pues el miedo a morir es cultural, inducido por las religiones monoteístas que lo hacen para intimidar y subyugar las conciencias de sus fieles creyentes. La Muerte no merece ser temida.
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(*) La asociación, o analogía, del cadáver humano con la semilla que soterrada en el invierno se ha de pudrir para renacer en nueva planta con muchas más semillas en la siguiente primavera, es tan contundente como repetida en las antiguas civilizaciones: en las paredes subterráneas de las tumbas de los faraones egipcios abundan los motivos agrícolas, cereales, flores...; en la mitología hitita son frecuentes los mitos en que la semilla ingerida evoluciona hasta cobrar vida humana; Osiris no era el dios del maíz, no! él era el maíz; el semen humano que fecunda el ovario para engendrar nuevas vidas se llama así, semen, semilla; en nuestras tumbas colocamos flores para estimular la regeneración de nuestra especie por medio de la inhumación de los cadáveres, el soterramiento de la semilla, etc. etc. etc. Como remate valga la alegoría de la muerte, amortajada con la sábana y empuñando la guadaña, lo cual es correcto, ya que la hoz es una herramienta para la siega de las cosechas.

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