sábado, 14 de octubre de 2017

1428 (S 14/10/17) Homo irrationalis

Así como el cognitivismo arrasó en la Psicología desplazando del foco central al conductismo, ahora el Homo Oeconomicus egoísta y racional cede su protagonismo al Homo (Oeconomicus) Irrationalis, i.e., al comportamiento económico irracional. En un momento como el actual en el que censuramos las masas manipuladas por emociones incontroladas, bueno es darle su lugar a la emoción, la intuición, los sentimientos, en las decisiones económicas siempre que sea en las dosis adecuadas.
     Se han encargado de desvelarnos esto los economistas premios nóbel Richard H. Thaler y Robert J.Schiller que han contribuido a la economía del comportamiento destrozando el mito de que el agente económico como Homo Oeconomicus tome siempre sus decisiones sobre una base económica racional y egoísta.
     Ejemplos de comportamientos irracionales en nuestras decisiones económicas no faltan: nos dejamos engañar con las rebajas aunque el precio final sea más caro que los vigentes hasta entonces, sólo porque nos obnubila el % rebajado sin compararlo con las cantidades realmente reducidas; arrebatamos de los estantes los productos en que pueda leerse la palabra “gratis” aunque lo de gratis pueda salirnos caro; valoramos con precios mayores lo que poseemos en propiedad; boicoteamos productos por envidia o celos; no consideramos justo que un paraguas se venda más caro aprovechando que llueve, cuando en realidad el vendedor se está ajustando económica y racionalmente a la ley de la oferta y la demanda; preferimos que nos quiten de la nómina el IRPF aunque por separado nos saliera más barato; nos alegramos de una subida de sueldo aunque sea por debajo de la inflación, lo que realmente anula esa subida; creemos que hemos ganado con un premio de la lotería cuando un cálculo racional nos haría ver cuánto hemos perdido con este juego…
    En la “economía del comportamiento” o economía experimental se conjugan la psicología y la economía. Un planteamiento racional a largo plazo (vga. pensiones, dieta alimentaria…) puede infringirse con decisiones incontroladas a corto, por lo que conviene incentivar la primera mediante estímulos de la llamada nudge theory, teoría de los empujoncitos.
     Thaler combinó la teoría de juegos con la experimental (en el juego del ultimátum prevalece el altruismo). Las decisiones anómalas son interpretadas como paradojas del comportamiento. En muchas ocasiones los procesos de subasta conducen al ganador a un resultado negativo (la “maldición del ganador”).

     Thaler recogió el millón de euros del premio prometiendo gastárselo del modo más irracional posible.

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