jueves, 19 de enero de 2017

1373 (J 19/1/17) Modernidad líquida

  Modernidad líquida, aquella en la que ya nada es sólido, es el título del libro que Bauman publicó en el año 2000. Se trata de una “teoría de la realidad líquida”, proteica, cambiante.
    Otro "palabro". Líquido por contraposición a lo sólido. Sólido era lo que siempre dimos por descontado, took it for granted: el trabajo fijo para toda la vida, la familia de toda la vida, el matrimonio para toda la vida, el true love, el Estado como nación, el compromiso con la comunidad…, etc. Bueno, pues todo eso se ha diluido como el azucarillo en agua caliente. Eso nos dijo y escribió el polaco Zygmunt Bauman antes de morir recientemente a los 91 años.
    Nuestros acuerdos, incluso nuestros compromisos, son temporales, qué bonito que fue mientras duró. La victoria de lo efímero. Quizás sea más sincero, pero sin duda es menos estable. Se diluyeron las seguridades a las que solíamos asirnos. El nuevo proletariado es el precariado, aunque a éste último le falta la conciencia de clase, quizás porque al afectarnos a todos se ha hecho transversal, dice Ricardo de Querol.
    “Cuando las creencias, valores y estilos han sido privatizados (…), los sitios que se ofrecen para reintegrarse se parecen más a un hotel que a un hogar (…) Hoy la esfera pública no tiene otra sustancia que ser el escenario donde se confiesan y exhiben las preocupaciones privadas”. Lo cual es un signo de la decadencia de la democracia. En el ágora de Atenas, por el contrario, la gente se reunía para convertir en públicos sus asuntos privados. Y el interés público se convertía en derechos y obligaciones individuales.
   La legitimidad de los líderes ha quedado en entredicho dada su evidente incapacidad, estupidez y corrupción. La crisis actual no es un bache sino un nuevo escenario. El fenómeno de los refugiados es una expresión masiva contra vallas y muros por sólidos que fueran o lo parecieran.. Un efecto primario es el rechazo al otro, al extraño, al extranjero, el miedo al diferente. Basten estos brochazos para entender que Bauman no quería ganarse a nadie, sólo provocar para zarandearnos.

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