Modernidad
líquida, aquella en la que ya nada es sólido, es el título del libro que Bauman
publicó en el año 2000. Se trata de una “teoría de la realidad líquida”, proteica, cambiante.
Otro "palabro". Líquido por contraposición a lo sólido. Sólido era lo que siempre
dimos por descontado, took it for granted:
el trabajo fijo para toda la vida, la familia de toda la vida, el matrimonio
para toda la vida, el true love, el
Estado como nación, el compromiso con la comunidad…, etc. Bueno, pues
todo eso se ha diluido como el azucarillo en agua caliente. Eso nos dijo y
escribió el polaco Zygmunt Bauman antes de morir recientemente a los 91 años.
Nuestros acuerdos, incluso nuestros compromisos, son temporales, qué
bonito que fue mientras duró. La victoria de lo efímero. Quizás sea más
sincero, pero sin duda es menos estable. Se diluyeron las seguridades a las que
solíamos asirnos. El nuevo proletariado es el precariado, aunque a éste último le falta la conciencia de clase,
quizás porque al afectarnos a todos se ha hecho transversal, dice Ricardo de
Querol.
“Cuando
las creencias, valores y estilos han sido privatizados (…), los sitios que se
ofrecen para reintegrarse se parecen más a un hotel que a un hogar (…) Hoy la
esfera pública no tiene otra sustancia que ser el escenario donde se confiesan
y exhiben las preocupaciones privadas”. Lo cual es un signo de la decadencia de
la democracia. En el ágora de Atenas, por el contrario, la gente se reunía para
convertir en públicos sus asuntos privados. Y el interés público se convertía
en derechos y obligaciones individuales.
La
legitimidad de los líderes ha quedado en entredicho dada su evidente incapacidad,
estupidez y corrupción. La crisis actual no es un bache sino un nuevo
escenario. El fenómeno de los refugiados es una expresión masiva contra vallas
y muros por sólidos que fueran o lo parecieran.. Un efecto primario es el rechazo al otro, al extraño, al extranjero, el miedo al diferente. Basten
estos brochazos para entender que Bauman no quería ganarse a nadie, sólo
provocar para zarandearnos.
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