viernes, 13 de enero de 2017

1367 (V 13/1/17) Maravillas

De las 7 maravillas del mundo en la antigüedad, a saber:
      Los jardines colgantes de Babilonia, el templo de Artemisa en Efeso, el Coloso de Rodas, la estatua de Zeus en Olimpia, el Faro de Alejandría, el Mauselo del Halicarnaso y la pirámide egipcia de Keops en el barrio cairota periférico de Guiza, sólo la última ha resistido el tiempo. Las otras desaparecieron, en ruinas, o por terremotos, o por haberse reciclado sus materiales para otras construcciones. Nuestra civilización cristiana tuvo mucho que ver con su pérdida, por paganas. (Para que luego nos quejemos de la barbarie destructora de los iconoclastas del ISIS.)
De la lectura de un artículo reciente sobre el tema destaco tres notas: 1. que no eran las más perfectas (si se tratara de eso, no faltaría por ejemplo el Partenón) sino las más monumentales, por sus increíbles dimensiones; 2. que eran contemporáneas de Alejandro Magno (356/323 adne., en el sentido de que coexistieron, no que tuvieran las mismas fechas de origen), y 3. que son representaciones de las distintas culturas, o civilizaciones, de la época, al tiempo que rememoraban las conquistas del caudillo macedonio. En efecto, pertenecen al espacio panhelénico tanto como a Egipto al oeste de Grecia, y a Mesopotamia al este de la Hélade. El Halicarnaso y Rodas, al sudoeste de la actual Anatolia, eran limítrofes del imperio persa. Alejandría era un reducto griego dentro del territorio egipcio.

      Como introducción al tema, por hoy bastará.

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