jueves, 27 de octubre de 2016

1290 (J 27/10/16) La belleza es objetiva?

Era yo quien te concedía la gracia de la hermosura cuando te veía preciosa. Bastó que yo dejara de admirarte y zas! en ese mismo instante perdiste toda la gracia y compostura, qué poca cosa eras!
  Lo extraño de este inicio de un poema es que me lo inspirara una indigente gruesa y desgreñada que se inclinaba impúdicamente sobre un contenedor de basura para escarbar restos para ella reciclables. Era de madrugada y yo la veía desde mi ventana, bastante elevada.
   Se insinúa que la belleza de esa  moza se debía a mi contemplación como admirador, pero que su encanto me transcendía para hacerla hermosa a la vista de cualquiera. Y eso es verdad que ocurre, que cualquiera de gesto inanimado se sublima cuando alguien lo admira, cuando se enamora, como suele decirse.
    No recuerdo mi estado de ánimo cuando escribí aquello ni la moza real a la que se debiera mi despecho, pero el texto me suena a paliativos escudriñando en sus carencias y defectos que pudieran decepcionarme para poder sentirme mejor. O menos mal. Lo de las uvas y la zorra que no alcanzaba a cogerlas, abandonándolas a su suerte porque, psché!, “no estaban maduras”.
   Pisando terreno académico, Spinoza dijo que “no deseamos las cosas porque son buenas sino que son buenas porque las deseamos”. Claro que William James, en esa línea, llegó a más: “no lloramos porque estamos tristes sino que estamos tristes porque lloramos", escorándose por el lado fisiológico y mecanicista, según dicen. Y podemos añadir, de nuestra cosecha: no es que sea bueno lo que nos gusta de lo que leemos, sino que sólo nos gusta lo que coincide con lo que ya tenemos asimilado como bueno.
      La conclusión a la que se llega es que la belleza no es objetiva sino que es efecto de nuestro modo de ver las cosas (y personas) que puede variar, y varía, con el medio y con el tiempo. Algo o alguien que nos gustaba en un tiempo ahora nos resulta indiferente, y viceversa. La belleza es, pues, subjetiva. Y relativa. Y diversa. Por más que a los manipuladores de las mentes (políticos autoritarios, religiosos dogmáticos…) les encante lo absoluto, lo uniforme, lo objetivo, que impone su dictadura sobre la visión personal de cada uno. Lo objetivo como herramienta de opresión.
   Pero la última frase en cursiva del primer párrafo de este texto es canallesca y contamina al párrafo entero: qué poca cosa eras!, donde el que suscribe estas líneas se erige en dios creador y no sólo menosprecia a lo creado sino que ni siquiera le permite sobrevivir, pues el verbo en tiempo pasado nos indica su deseo de que haya dejado de existir. En su soberbia y arrogancia ignora lo que no le agrada y, sólo por eso, le niega la existencia.

1 comentario:

  1. Pues vaya. Suena bastante al zorro y las uvas esa apreciación final. Pero sí, por descontado la belleza es subjetiva, por más que haya quien se empeñe en definirla con estándares y medidas. Hay curiosos estudios en psicología social que han investigado eso (por qué los hijos de los ricos son más guapos, por ejemplo).
    Y,afortunadamente, lo que una persona percibe como un defecto, a otra le parece una virtud. Y de esto el refranero ya se hacía eco, aunque no cito ningún refrán concreto porque su lenguaje es directo y crudo y no quiero herir posibles sensibilidades.

    ResponderEliminar