martes, 18 de octubre de 2016

1285 (M 18/10/16) La utopía del cambio

Novare aut perire, o renovarse o morir, amenaza el proverbio latino. Se renueva la naturaleza con las estaciones, la serpiente cambia de camisa, el sol muere y renace cada día. (“Nada nuevo bajo el sol”, miente el Eclesiastés. Pero "nunca te bañarás en el mismo agua del río", le desmiente Heráclito.)
     El “cambio” en las contiendas electorales es un eslogan utilizado por todas las fuerzas políticas, algún atractivo debe tener. Pero asociamos, y con razón, la derecha al conservadurismo, el inmovilismo, la tradición, y a la izquierda con el cambio y el progreso. (Peridis ancla a Rajoy en una tumbona permanente.) Esto no deja de ser una abstracción, ya lo sé, y bien genérica, por cierto, pero nos sirve para entendernos.
      Sí, se trata del cambio por el cambio: porque el progresista está condenado a no conformarse con la realidad. Y es que la realidad siempre se puede mejorar. Por eso cuando un “izquierdoso” consiga lo que persigue no podrá disfrutarlo porque tendrá que intentar mejorar lo que ha conseguido ya. (El término “izquierdoso” lo utilizo en un tono sarcástico, ya que la derecha ha creado un lenguaje con el que se han apropiado para ello de lo recto, right, droit, derecho, derechos…, prescribiendo -y proscribiendo- para la izquierda lo siniestro, lo rojazo, puaf!)
      Dado que los conservadores, por definición, se resisten a los cambios sin más, es por lo que podemos asegurar que el progresista (el que busca siempre el cambio) es por su propia naturaleza de izquierdas, también por definición. Un conservador progresista (o sea, un progresista de derechas) es, pues, por definición una contradicción en sus propios términos. Como un progresista satisfecho es también algo incoherente, aunque nos cueste entenderlo.
      La aventura, el cambio por el cambio, el progresismo, es tan propio de los jóvenes como el conservadurismo lo es de los mayores, porque éstos tienen más que conservar. Pero ambos son necesarios, no sólo no se contradicen sino que se complementan. Es su conjunción lo que da equilibrio a una sociedad y la hace progresar. Sin los progresistas la sociedad se estancaría, sin los conservadores no podríamos asimilar las conquistas que los inquietos se quieran atribuir.
     Los conservadores pueden tildar a los progresistas de alimentar utopías. Pero la utopía es un instrumento eficaz para hacernos avanzar. No por hacernos soñar, sino porque la tenemos ahí, ahí enfrente, como un horizonte al que podemos acercarnos cada día un poco más.
     (Apostilla: Si pudiéramos tener una derecha conservadora decente en España..., y no esta mierda de profesionales de la delincuencia…)

      P/D.: Por cierto que a mí más que novare aut perire me gusta su contrario perire ut novare (inventado por mí): morir (individualmente) para poder sobrevivir (como especie), como hacen las semillas (y los cadáveres humanos) que se entierran bajo tierra para pudrirse y renacer multiplicadas en nuevas primaveras. Pero ése es otro tema.

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