domingo, 16 de octubre de 2016

1283 (D 16/10/16) Yo, Correa

Yo, Correa, no soy el único Paco Correa, hay muchos Correa, sólo que a mí me han pillado y me ha tocado sentarme en el banquillo.
     Pero ha valido la pena.
   El escarnio, el desprecio de todos, no menos que el altísimo nivel de vida que he alcanzado, o los fondos acumulados en cuentas de bancos extranjeros, las mansiones en países exóticos, el yate a toda pastilla con cara de velocidad, o hasta las mismas heces que me llegan hasta el cuello pero con la cabeza erguida para que pueda ser fotografiada y publicada en las primeras páginas de las revistas y periódicos, nacionales y extranjeros, mostrando al mundo entero la elegancia y parsimonia de mis gestos y mis pausas, el nuevo don Vito, padre y padrone, ejemplo para los jóvenes y las futuras generaciones, modelo de redes de intereses y de opacidad, paradigma del bien hacer, de la eficacia y del ganar rápidamente dinero fácil y a espuertas, sin conciencia de conciencia que si falta no hace falta y si estorba es porque sobra, por todo eso y por ser yo quien soy, aquí y ahora, es por lo que puedo decir, y lo digo, que ha valido la pena.
     Y que no me comparen. No me pueden comparar, mucho menos con casos como el abuelo del aeropuerto sin aviones, “¿te gusta el aeropuerto del abuelo?, las pistas son para pasear”. Yo hago aviones sin aeropuertos. Hasta ahora nunca me había sentido satisfecho, ni siquiera cuando alcancé mi sueño de comer angulas, siempre quise más. Hoy, al fin, puedo decir que me alegro de haber nacido. Por fin he salido en los papeles.
     Es ahora cuando he tocado el cielo, cuando he sentido sobre mí las miradas de niños y mayores, todos con la boca abierta, asombrados y perplejos, sin llegar a creerse mi enorme capacidad, cuando por fin he podido mirarme al espejo y admirar mi rostro, mi postura y compostura. A que soy guapo? pero guapo y reguapo de verdad. El pelo gris es un puntazo, un toque de dignidad.
     Qué importa la cárcel? Incluso la horca. Ha valido la pena. El mundo entero me ha conocido. Despreciándome o no, me han tenido que (ad)mirar. Si naciera de  nuevo, lo volvería a hacer. Todo igual. O peor. Hasta llegar a merecer estos momentos de gloria que me están sucediendo. Nunca lo habría podido imaginar.
      (Apología? elegía? ars ex miseria? gloria ex miseria.)

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