Pueden
encerrarnos nuestro cuerpo (la cárcel, vga.) o nuestra mente (los dogmas, por
decir alguno), pero también pueden limitar nuestro espacio y nuestro tiempo. A
este último nos vamos a referir.
Cuando
dominan nuestro tiempo nos pueden manipular con facilidad. Un rasgo del hombre
moderno es la prisa con que se nos estresa, por las demás personas o por las
propias circunstancias y el entorno. Y ni siquiera nos da tiempo a percatarnos,
apercibirnos, de que la prisa nos obliga a unos tiempos, un tempo, que no nos
dejan ni pensar, no digamos ya a disfrutarlos. La prisa, pues, es un factor
externo (aunque termine generándose en nosotros mismos por haberse hecho parte
de nuestra naturaleza) que organiza nuestro tiempo y lo hace de un modo
tiránico, agobiante.
Otro
modo de robarnos, violarnos, nuestro tiempo es hacernos esperar. En una
antesala, un despacho, o en el banco de un parque por una cita impuntual. Parece
lo contrario de lo anterior, pero no son incompatibles.
Hemos "normalizado" la prisa con tal entusiasmo que alardeamos de ella como si su ausencia fuera un defecto, una carencia propia de vagos o personas sin motivos suficientes de vivir. Y así, hacemos deprisa todo por más que no haya nadie ni ninguna necesidad que nos apremie. Y creemos que agobiándonos damos la impresión de persona ocupada que queremos dar.
Hemos "normalizado" la prisa con tal entusiasmo que alardeamos de ella como si su ausencia fuera un defecto, una carencia propia de vagos o personas sin motivos suficientes de vivir. Y así, hacemos deprisa todo por más que no haya nadie ni ninguna necesidad que nos apremie. Y creemos que agobiándonos damos la impresión de persona ocupada que queremos dar.
Nuestra defensa, el que pueda, es gestionar el presente como si no
viniera nada después, para poder disfrutarlo como todo presente se merece. Es
el carpe diem de Horacio que todos
proclamamos y pocos lo consiguen.
Quería decir bastante más, pero os dejo…, es que vienen a buscarme (ni
siquiera sé a dónde voy) y no paran de pitar con el claxon desde el coche… Para
qué las prisas…
No hay comentarios:
Publicar un comentario