A ver
si adivinan a quién nos estamos refiriendo:
"Hace
mucho tiempo, usted ya sabe quién insinuó que los propagandistas políticos
deberían aplicar la técnica de la "gran mentira": plantear falsedades
tan enormes, tan atroces, que en general se aceptarían porque nadie podría
creerse que estuviesen mintiendo a tan gran escala. Y desde entonces, la
técnica les ha funcionado bien a déspotas y aspirantes.
Pero N.
N. ha inventado algo nuevo, que podemos llamar la técnica del "gran
mentiroso". Tomadas de una en una, sus mentiras son de tamaño intermedio;
no son triviales, pero en su mayoría no llegan a ser un libelo de sangre. Sin
embargo, las mentiras son constantes, llegan en torrente continuo, y nunca se
reconocen, simplemente se repiten. Evidentemente, cree que esta estrategia
mantendrá a los medios de comunicación desconcertados, incapaces de creer, o al
menos decir abiertamente, que el candidato de un gran partido sea capaz de
mentir hasta ese punto. Puntualizo: no, no estoy diciendo que N.N. sea otro
Hitler. Es más parecido a Mussolini. Pero estoy divagando.
Todos
los políticos son seres humanos, lo que significa que a veces todos ellos maquillan
la verdad. (Muéstrenme uno que afirme no mentir nunca, y les enseñaré uno que
está mintiendo). La cuestión es cuánto mienten, y qué consecuencias tienen sus
mentiras…/…
Pero N.N.
es un caso aparte. Miente sobre estadísticas como la tasa de desempleo y la
tasa de lo que haga falta, miente sobre todo lo que habla y continuamente…,
pero sobre todo miente acerca de sí mismo, y cuando las mentiras salen a la
luz, se limita a repetirlas. ¿Por qué es aparentemente tan difícil
obligarle a responder por unas mentiras tan descaradas y patentes? …/… Pocos en
los medios de comunicación están dispuestos a aceptar el hecho de que su Partido
ha nombrado candidato a alguien cuyas mentiras son tan descaradas y frecuentes
que equivalen a una sociopatía.
Sin
embargo, ni siquiera esa observación explica la asimetría, porque algunas de
esas mismas organizaciones mediáticas a las que aparentemente les resulta
imposible señalar las patentes y trascendentales mentiras de N.N. no tienen
problemas a la hora de acosar incansablemente a los candidatos de la oposición
por pequeños errores y exageraciones en sus declaraciones, o a veces por actos
perfectamente inocentes. Algo que resulta escandaloso.
Y mientras tanto, si la pregunta es si N.N puede realmente salirse con la suya en
su rutina de gran mentiroso, la respuesta es descorazonadora: a no ser que algo
cambie, sí que puede."
Ya lo
habéis adivinado? Pues no, que no es él, sino Donald Trump de quien habla Paul
Krugman en su último artículo del domingo pasado “Trump y la táctica del gran mentiroso”.
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