miércoles, 22 de junio de 2016

1219 (X 22/6/16) Ni de Merkel ni de Berlín

    Sigo oyendo que todos los males de la política “austericida” que se nos viene imponiendo proceden de la sra.  Merkel de Berlín. Y yo digo que no, que eso es injusto, que no existe tal política austericida y que nuestros males no provienen ni de Merkel ni de Berlín.
     Para empezar reitero una vez más mi rechazo al término “austericida” que significa justamente todo lo contrario de lo que se quiere expresar con él. Austericida significaría que mata la austeridad cuando aquí se trata de una austeridad que nos mata. El sufijo “–cida” nos habla del asesinato de algo: suicida, si se mata uno mismo; geno-cida el que mata a mucha gente; matricida el que mata a una madre. Por eso aceptamos el término “austérica” que sugirió el traductor de Paul Krugman cuando calificó a esta política homicida, siendo nosotros los austericidas cuando queremos eliminar esta política por asesina.
Ya en la entrada 949 de 9/11/2014 decíamos: “el término (austericida) lo que realmente significa es “matar a la austeridad”, justamente lo contrario de lo que se pretende expresar con ella. No es homicidio matar a una persona? no es suicidio matarse a uno mismo? no es uxoricidio matar a la esposa? Pues austericidio debería significar, y significa, la supresión de esa política, no su aplicación. Usemos, pues, este término para atacar a la política de austeridad y no para denunciar los daños que ocasiona. Una política de austeridad que mata es una política asesina, que nos mata a nosotros más que matarse a sí misma, pero somos nosotros los austericidas cuando atacamos la política austérica (un término horrible pero que al menos no confunde sobre su contenido).
    Y el lenguaje no es un tema secundario sino que a través de su uso torticero se pueden camuflar los más perversos propósitos.
      Un año y medio antes, en la entrada 747 del 17/7/2013 denunciábamos en este mismo blog: “Así Merkel puede ceder en contra de su política austérica para darse palmaditas en las espaldas con sus socios europeos, porque sabe que luego viene su “subordinado”, el presidente del Bundesbank, el BUBA para los amigos, cuyo nombre y apellido es Jens Weidmann, diciendo que bueno, que sí, que todo eso está muy bien, pero que ahora no es el momento, que ya veremos más tarde, que hay que modificar los tratados y eso lleva su tiempo, porque en estos asuntos no conviene precipitarse… Y con estas argucias y artimañas han atornillado la política austérica, consiguiendo aplazar las decisiones acordadas durante más de dos años (de esto hace ya tres años más) hasta llegar las elecciones alemanas del próximo septiembre (del 2013), boicoteando la compra de bonos de los Tesoros periféricos por el BCE, saboteando la provisión de fondos para el empleo juvenil o los créditos a las Pymes, impidiendo la inyección de liquidez en la masa monetaria del euro, o ralentizando la centralización de la coordinación bancaria europea, etc.”
   Y el caso es que este tío, desde detrás de las bambalinas, manda en toda Europa al imponer sus ideas genocidas (genocidas, sí, hay muchas maneras de masacrar en masa a los países periféricos, sin necesidad de mancharse las manos de sangre) y su política de ajustes por encima de todo, obedeciéndole sumisos hasta la Presidenta del Gobierno alemán y el Ministro alemán de Economía, pasando por el Sr. Draghi del Banco Central Europeo!
  (Por cierto que el Tribunal Constitucional Alemán ha rechazado la demanda de este Ginesito criminal declarando legal la compra de deuda pública por el Banco Central Europeo, menos mal.)
   Así que no le echemos más la culpa ni a Merkel ni a Berlín. Nuestros males provienen de Frankfurt y de Weidmann, el del BUBA. El de la foto, quédense con su cara. Y nadie le pega la patada en el trasero.

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