viernes, 29 de abril de 2016

1192 (V 29/4/16) Gerardo

Hay que ver lo bien que limpia la calle el barrendero de mi barrio. Lo veo desde mi ventana con su carro de basura allá abajo sorteando los coches aparcados porque si no bascula hacia un lado, tropezaría con alguno, eso seguro. Y cuando llega a un contenedor saca su bolsa llena, la vuelca, y derrama la basura porque si no la volcara, la basura no saldría. Probadlo y veréis.
    A veces me lo cruzo por la calle. Y nunca me saluda, ni corresponde a mi “hola” o “buenos días”, tan concentrado va en su tarea, no porque se niegue a comunicarse con desconocidos. Un día alguien le gritó “hola, Gerardo!” a lo que él correspondió agitando su brazo, pero yo no me atrevo a saludarle por su nombre, ni él me lo ha dicho ni nadie me lo ha presentado.
    El otro día tuve un detalle, ya sabes, para iniciar… Cogí del suelo una bolsa de plástico sucia y la eché a una papelera. Ni puto caso, tú. Me lo había pedido él? eh? Lo mismo le molestó pensar que podía quitarle el trabajo.
    Su chaleco de plástico amarillo es fosforescente, será para que se le pueda ver bien cuando barre de noche. (El repartidor del correo también viste chaleco amarillo, pero ése no barre.)
    No se le conocen parientes, ni amigos, ni novia, ni nada de nada. Ni abuelos, ni nietos…, claro, como no habla...
  A mí me pasan cosas con la gente encargada de la limpieza. Todavía me acuerdo del día que, al entrar en el portal de mi casa, me encontré con que el suelo estaba recién fregado y no me atrevía a entrar. Animado por la limpiadora, me arriesgué a pasar, pero lo hice bordeando el piso, de puntillas, junto a la pared. Pues bien, por esa tontería la muchacha me regaló una mirada tan cariñosa que, mira que hace años, no consigo quitármela de encima. Con decir que en el buzón encontré una nota anónima que sólo decía “gracias” y que seguro que tuvo que ser ella porque ella sabía cuál era mi buzón.
    No sabemos apreciar el trabajo de los barrenderos. Si no fuera por ellos a dónde nos llegaría la porquería? Pero una vez limpias las calles no nos percatamos de que alguien ha hecho el trabajo, sino que lo damos por supuesto, como las vemos limpias todos los días… Y conste que no digo esto en plan moralina, eh? A mí el barrendero ese, como si le operan…
     Dónde se ha ido? ya no le veo, como ha torcido la esquina...

5 comentarios:

  1. Por lo que cuentas ese barrendero lleva tiempo por tu barrio. Es afortunado. En mi pueblo, los barrenderos son arquitectos, diseñadores, investigadoras, oficiales de la construcción, economistas, encargadas de planta... parados de larga duración, vaya, a los que contratan por un mes con el crédito de los programas especiales de empleo.

    ResponderEliminar
  2. Por supuesto, Dina, pero mi intención era más modesta: sólo llamar la atención sobre la ignorancia a la que sometemos a los trabajadores peor remunerados.

    ResponderEliminar
  3. Comentario de NINES:
    Te sobra la última frase, la de que te importa un bledo ese señor, porque, como señor, me parece bien que te la traiga al pairo, pero como trabajador de un servicio público, forma parte de la atención y apoyo del resto de la ciudadanía.

    ResponderEliminar
  4. De acuerdo. Así se lo diré al autor del texto que es un menor con una capacidad de sorpresa propia de su edad y todavía con poca malicia.

    ResponderEliminar
  5. Analiza la reacción del niño autor del texto: se descubre a sí mismo tierno (en la última frase hasta lo echa de menos) y, en plan machote, nos quiere hacer creer que pasa de él.

    ResponderEliminar