Son muchas las
veces que en este blog hemos insistido en que la deuda pública no tiene nada
que ver con la privada, que a veces incluso son contrarias, que un ajuste
presupuestario que siempre es aconsejable a nivel particular puede no serlo en
las finanzas públicas, etc., por lo que no vamos ahora a repetirnos aquí. Bastará recordar el post 1108 del S. 14/11/2015.
En
esta entrada de hoy sólo queremos enfatizar la naturaleza especial de la Deuda
pública hasta el punto de declararla aconsejable, atreviéndonos a considerarla
como un “activo” en lugar de un pasivo, como lo hace Krugman en el siguiente
texto que titula En deuda con Alexander
Hamilton:
Hamilton
sostenía que la existencia de una deuda nacional importante, de hecho bastante
elevada, sería buena para los negocios. ¿Por qué? Porque "en los países
donde la deuda nacional está bien financiada, y es objeto de una confianza
consolidada, dicha deuda satisface la mayoría de las finalidades que tiene el
dinero". Es decir, los bonos emitidos por el Gobierno de Estados Unidos
representarían un ACTIVO seguro y fácil de traspasar que el sector privado
podría utilizar como reserva de valor, como garantía para sus acuerdos y, en
general, como lubricante de la actividad empresarial. En consecuencia, la deuda
se convertiría en una "bendición nacional" que haría la economía más
productiva.
Hamilton decidió consolidar en una sola
deuda federal la suma de las deudas de los estados federados. Y con ello hizo
posible el surgimiento de una potencia económica y financiera como la que es actualmente
EE.UU.
Y la UE sigue empecinada en practicar una
política económica y fiscal de ajustes presupuestarios a pesar de la
contracción económica y la baja tasa de inflación, que se ven así agravadas al
restringir la masa monetaria en perjuicio de la economía en general y de las
clases más necesitadas en especial, aumentando con ello la desigualdad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario