La “dama de sus
sueños” es la sublimación de un amor no consumado. Cuando el amor es platónico,
porque se opone su padre el conde o la escala no llega a la ventana, surge
arrebatadora la poesía, efecto de la impotencia, canto a la frustración. O a la represión, que diría
Freud. Allí donde el amor toma cuerpo y se realiza no hay mejor poema que ver a
tu pareja durmiendo plácidamente en tu hombro tras la refriega. Los lances de
amor no son tales cuando se quedan en poemas (lamentaciones).
Por eso entendemos que Dulcinea del Toboso
fuera la dama de los sueños de Alonso Quijano, ya como don Quijote armado
caballero andante. Y entendemos las Beatrices, Lauras, Julietas, Bovary…, no
así las Fornarinas, las Marguerite
Gautier (Dama de las Camelias) o las Teresas Panza, que no necesitaron el
sucedáneo de los suspiros. Romeo suspiraba, el Tenorio no.
“Por lo que yo quiero a Dulcinea del
Toboso, tanto vale como la más alta princesa de la tierra. Sí, que no todos los
poetas que alaban damas debajo de un nombre que ellos a su albedrío les
ponen, es verdad que las tienen. ¿Piensas tú que las Amarilis, las Filis, las
Silvias, las Dianas, las Galateas, las Fílidas y otras tales de que los
libros, los romances, las tiendas de los barberos, los teatros de las comedias
están llenos, fueron verdaderamente damas de carne y hueso, y de aquellos que
las celebran y celebraron? No, por cierto, sino que las más se las fingen
por dar subjeto a sus versos y porque los tengan por enamorados y por
hombres que tienen valor para serlo. Y, así, bástame a mí pensar y creer que la
buena de Aldonza Lorenzo es hermosa y honesta, y en lo del linaje, importa
poco, que no han de ir a hacer la información dél para darle algún hábito, y yo
me hago cuenta que es la más alta princesa del mundo. Porque has de saber,
Sancho, si no lo sabes, que dos cosas solas incitan a amar, más que otras, que
son la mucha hermosura y la buena fama, y estas dos cosas se hallan
consumadamente en Dulcinea, porque en ser hermosa, ninguna le iguala, y en la
buena fama, pocas le llegan. Y para concluir con todo, yo imagino que todo lo
que digo es así, sin que sobre ni falte nada, y píntola en mi imaginación como
la deseo, así en la belleza como en la principalidad, y ni la llega Elena, ni
la alcanza Lucrecia, ni otra alguna de las famosas mujeres de las edades
pretéritas, griega, bárbara o latina”, canta a su amada el caballero de la
Triste Figura, aunque también “es moza de chapa, hecha y derecha y de pelo en
pecho” según Sancho su escudero.
El Brujo |
Y todo esto, amigo lector, te lo cuento
por venir a cuento con la representación de don Quijote que viene haciendo El
Brujo en teatrillos de mayores ínfulas para gusto de los que tuvimos el placer
de verlo en la escena durante una hora y media que no sino que nos parecieron
minuto y medio, tal fue el encanto con el que nos sedujo. Y de aquesto no se
hable más que no sea que por una excesiva encomienda se cree una excedida
expectativa. Así que lo dicho, con dios queden ustedes que nosotros nos vamos.
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