martes, 5 de enero de 2016

1139 (M 05/01/16) Xenofobia y nacionalismos

Xenofobia y nacionalismo son dos palabras que en situaciones extremas confluyen como expresiones de un mismo sentir. Es más frecuente de lo que imaginamos que dos elementos dispares formen una unidad dual. Intentaré explicarme.
     Es un tema recurrente en este blog insistir en que el número 2 no son sólo dos unidades sino que es un número en sí, así como el tres, además de tres unidades, en principio significaba “muchos”: tres bien, troppo, tribu, tropa, trop…, términos que en distintos idiomas se refieren a mucha cantidad. Y así tenemos el uno, el dos… y los demás. El uno es ontológico, el dos es inevitable, pero lo que es más, no habría el uno sin los otros. (Esto último ya es para nota.)
    En efecto, aún se conserva en varias lenguas el número singular, el dual y el plural. Y es que el “dos” insinúa el uno y el otro, o la pareja, o todo y su contrario. No hay altos sin bajos a los que referirse, ni guapos sin feo, ni ricos sin pobres…, ni sentimiento nacionalista radical sin su complemento de xenofobia, que lo reafirma, vamos a decirlo ya de una vez. Un nacionalismo bien entendido no rechaza a los ajenos, pero un nacionalismo enfermo sí se apoya en la xenofobia para auto-reafirmarse.
    La xenofobia y el nacionalismo extremos son el anverso y el reverso, las dos caras de una misma moneda. DOS aspectos de UNA misma realidad. Lo que queremos decir es que no somos capaces de imaginar al uno sin el otro. Por eso nos parecen tan semejantes el nacionalista secesionista Artur Mas y el xenófobo radical García Albiol del PP catalán, en el sentido de que sus patologías tienen la misma raíz, aunque sean distintas sus manifestaciones. Así que cuando decimos que Artur Mas y Mariano Rajoy se complementan, decimos mucho más: que ambos son un feed back para el otro, pues se retroalimentan entre sí.
    Los nacionalismos exaltados se refuerzan apiñando a sus seguidores contra sus enemigos. Y si éstos no existen, se les inventa. La derecha española es experta en amedrentar al personal con falsos peligros para aglutinar a sus seguidores satanizando, por ejemplo, al comunismo, o la francmasonería, con Franco. O a Podemos en los tiempos actuales.
   Así como la xenofobia del PP catalán es un efecto inevitable de su españolismo exacerbado, del mismo modo el nacionalismo catalán se nutre de su antiespañolismo visceral.
   Curioso que dos palabras con sentidos tan dispares, xenofobia y nacionalismo,  confluyan entre sí cuando son efectos de sentimientos enardecidos.

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