Os acordáis
de cuando decíamos (textual) que la Deuda no es tan mala, vide entrada 1094 del 24/10/15, y que la deuda pública y el déficit no se
pueden gestionar del mismo modo en la economía privada que en la pública? que
si la economía privada aconseja (y obliga) a equilibrar los gastos con los
ingresos, no ocurre lo mismo en la macro-economía, que a veces necesita incrementar
la deuda para facilitar el desarrollo económico, y sobre todo para reactivarla?
Bueno, pues no lo digo yo, lean, lean a Krugman (*) y abróchense el cinturón para
no caer de espaldas:
El
sombrío legado de la austeridad
El
sombrío legado de la austeridad
Cuando estalló la crisis en el 2008 la
Reserva Federal y otros bancos centrales se dieron cuenta de que apuntalar el
sistema financiero tenía prioridad sobre respetar las nociones convencionales
de la prudencia monetaria. El Gobierno de Obama y sus homólogos se dieron
cuenta de que, en una economía deprimida, los déficits presupuestarios eran
útiles, no perniciosos. Y la impresión de dinero y la adquisición de préstamos
funcionaron: evitaron que se repitiese la Gran Depresión. Luego, todo se
torció. Y las consecuencias del mal giro que tomamos parecen ahora peores de lo
que nunca imaginaron los críticos más duros.
En el año 2010 la élite política de ambos lados del Atlántico decidió
dejar de preocuparse por el paro y
empezó a obsesionare con los déficits presupuestarios. Este cambio no se debió
a las pruebas existentes ni a los análisis minuciosos. De hecho, iba muy en
contra de los fundamentos de la economía. Pero las declaraciones ominosas sobre
los peligros del déficit se convirtieron en algo que todo el mundo repetía
porque todos los demás lo decían, y las voces disidentes dejaron de
considerarse respetables (que es la razón por la que empecé a llamar gente muy seria a quienes repetían como loros lo que
dictaba la ortodoxia del momento).
Algunos intentamos, en vano, señalar
que el fetichismo del déficit era tan desatinado como destructivo, que no había
pruebas fehacientes de que la deuda pública fuese un problema para las grandes
economías, mientras que sí había muchas pruebas de que recortar el gasto de una
economía deprimida agravaría la depresión.
Y los hechos nos dieron la razón. Han transcurrido más de cuatro años y
medio desde que... las políticas de austeridad que se aplicaron a partir de
2010 tuvieron exactamente los efectos depresivos que predecían los libros de
texto de economía.
Sin embargo, hay cada vez más pruebas de
que los escépticos en realidad subestimamos lo destructivo que sería el giro
hacia la austeridad…, LAS POLÍTICAS DE AUSTERIDAD NO SÓLO IMPUSIERON PÉRDIDAS A
CORTO PLAZO EN EL EMPLEO Y LA PRODUCCIÓN, SINO QUE TAMBIÉN HAN LASTRADO EL CRECIMIENTO A LARGO PLAZO (!)..., existe una
marcada correlación entre la degradación de las perspectivas nacionales a largo
plazo y el grado de austeridad que los respectivos países han impuesto.
Así pues, el viraje hacia la austeridad ha tenido efectos verdaderamente
catastróficos y van mucho más allá de los puestos de trabajo y los ingresos
perdidos durante los primeros años. De hecho, el daño a largo plazo es lo
bastante grande como para convertir la austeridad en una política
contraproducente incluso desde un punto de vista puramente fiscal: LOS GOBIERNOS QUE RECORTARON LOS GASTOS
FRENTE A LA DEPRESIÓN DETERIORAON SUS ECONOMÍAS Y CON ELLO SUS FUTUROS INGRESOS
FISCALES HASTA EL PUNTO DE QUE SU DEUDA TERMINARÁ SIENDO MÁS ALTA DE LOS QUE
HABRÍA SIDO SI NO HUBIERAN EFECTUADO LOS RECORTES.
Y la amarga ironía de la historia es que esta política catastrófica se
aplicó en el nombre de la responsabilidad a largo plazo, y que a quienes
protestaron por el rumbo erróneo se les tachó de irresponsables.
Un aspecto sorprendente
de los últimos años es la poquísima gente que está dispuesta a reconocer que se
ha equivocado en algo. Parece más que probable que toda esa Gente Muy Seria que
jaleó unas políticas desastrosas no aprenda nada de la experiencia. Y esto, a
su manera, es tan espeluznante como la perspectiva económica.
(*) http://economia.elpais.com/economia/2015/11/06/actualidad/1446812749_342441.html
(*) http://economia.elpais.com/economia/2015/11/06/actualidad/1446812749_342441.html
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