miércoles, 11 de noviembre de 2015

1105 (X 11/11/15) La transversalidad: arrebañando votos como sea

Ya no se lleva eso de izquierdas y derechas. Los dos nuevos partidos emergentes, refrescantes y regeneracionistas hablan de transversalidad, que aceptan a todos, vamos, lo mismo sean católicos que ateos, liberales que socialdemócratas, cuantos más votos, mejor.    
La transversalidad tiene dos caras: una, la de acoger en su seno a cualesquiera, con tal de que les voten; la otra, que no es excluyente, lo cual no es igual o derivada de la anterior, ni mucho menos. La no exclusión (“rechaza al pecado pero no al pecador”, aunque lo del pecado –o ideología- sería preferible no tocarlo, o sea, mejor callarlo, vga.: el tema del secesionismo catalán en la cena familiar de Navidad), la no exclusión, decíamos, implica una tolerancia y comprensión del simpatizante hasta extremos surrealistas. En esta actitud se puede ser ateo y adorar al Papa, querer nacionalizar la banca y al mismo tiempo aceptar una economía liberal de mercado (espero que al menos no sea auto-regulado), ser fiel a la pareja al tiempo que se proclama el amor libre.
        Ya lo dijo Groucho Marx: estos son mis principios, si no les gustan tengo otros.
       Su lenguaje está repleto de abreviaturas y de números y su medio natural es el de las redes sociales y las telecomunicaciones.
   Este tema, trazado a vuelapluma, merecerá nuevas glosas y comentarios, pero todo se andará, que a todo alcanza.

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