En Irán. Lo cuenta Angeles Espinosa,
corresponsal de El País en Dubai. Así:
Guerra de
los ayatolás contra el apretón de manos
El apretón de manos es una cortesía que incluso se extiende a los
rivales sea en los negocios, el debate político o el deporte. No significa
acuerdo, ni desacuerdo. Tampoco intimidad (para eso se reserva el abrazo o el
beso en la mejilla). Excepto en Irán. La polémica desatada por el saludo entre
su ministro de Exteriores, Javad Zarif, y el presidente Obama, en la ONU el
pasado septiembre, puso de relieve que para los ultras un apretón de manos
tiene otras connotaciones. Incluso pidieron que Zarif se disculpara a la
nación.
Más grave aún si se produce entre personas de distinto sexo. Aunque los
musulmanes más estrictos rechazan el contacto físico entre hombres y mujeres
que no sean familia, en Irán se trata de una política oficial. Ya se ha hecho
habitual ver cómo los responsables iraníes no dan la mano a la jefa de la diplomacia
europea. En el ámbito privado, es diferente.
Los más intransigentes llevan mal esa liberalidad y a menudo lo usan
como pretexto para endurecer los castigos a los críticos. Tal ha sido el caso
de Fatemeh Ekhtesari y Mehdi Moosavi, dos poetas a cuyas sentencias de varios
años de prisión, se han sumado 99 latigazos por “relación sexual ilegítima a un
paso del adulterio”, como el juez definió el que hubieran dado la mano
a personas del otro sexo, según ha contado su abogado.
La dibujante satírica Atena Farghadani, condenada el pasado junio a 13
años de cárcel por una viñeta en la que representaba a los diputados como
animales, ha denunciado que en agosto las autoridades penitenciarias la
sometieron a una “prueba de virginidad y embarazo” tras acusarla de
“relaciones sexuales ilegítimas” por dar la mano a su abogado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario