Por fin los padres de Andrea pudieron ver a su hija marchar tras desenchufarle
los cables que mantenían su vida terminal vegetativa.
Los tabúes comienzan a romperse con eufemismos. Pocos se atreven a
utilizar la palabra directa que se reemplaza por otras más amables que
significan lo mismo. Cuidados paliativos, muerte digna… Eu-tanasia, muerte dulce, muerte tranquila, muerte bella, es un
término que el legislador evita, prohibiéndose pronunciarla como eco de la
prohibición de realizarla.
“Frente a esos clérigos oscuros que se creen con autoridad para decidir
la forma en que debes salir de este mundo, hay que reivindicar la conquista de
una muerte digna como un derecho personal e inalienable... A lo largo de la
vida, salvo algunos privilegiados, el común de los mortales no hace otra cosa
que obedecer, luchar por sobrevivir, afrontar toda clase de adversidades y
consolarse, tal vez, mirando las estrellas sin entender por qué están ahí y si
a la hora del postre, como regalo, la suerte le reserva todavía la humillación
de una agonía larga, encarnizada y degradante, ¿cómo no rebelarse? Si nadie te
ha pedido permiso para forzarte a bailar esta conga, tampoco nadie tiene
derecho a decidir por ti la manera de abandonar la pista…, la última frontera
de una muerte digna sin dolor cuya llave está en manos todavía de unos fanáticos
carniceros moralistas.”
El texto es de M.Vicent cuya lectura completa puede hacerse en Rebelión:
Y que tengamos que seguir soportando a estos mostrencos que se ensañan
con el dolor de los enfermos terminales, y que son los mismos que condenan a
morir a la parturienta si hay que elegir entre su vida y la del feto! A
nuestros prebostes religiosos les ocurre lo mismo que a los ricos, que no
soportan la alegría de los pobres. Que sufran, que se jodan, como decía en el
Congreso Andrea Fabra, nieta del abuelísimo del aeropuerto de Castellón, la parlamentaria del PP que ejercía de portavoz del subconsciente
colectivo de su partido cuando esquilmaban a los trabajadores, recortando sus
ayudas sociales para evitar que se vuelvan unos vagos, que eso es lo que son,
maldita sea, unos putos vagos.
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