miércoles, 7 de octubre de 2015

1076 (X 7/10/15) Polémico debate

Se trata de saber si conviene más
           a) acomodar la oferta de estudiantes a la demanda de trabajo o
      b) dejar al ciudadano que estudie lo que le plazca aunque ello redunde en un exceso de universitarios sin puesto de trabajo.
    Los defensores del a) aceptan implícitamente un numerus clausus de estudiantes universitarios con el riesgo evidente de favorecer a la elite económica cuyos vástagos acapararían los mejores puestos de trabajo, dando de lado a otros más capaces pero con mayores dificultades para su acceso. (Los pobres que fueran superdotados serían adoptados, gozando de becas que les permitirían ascender en la escala social.) Y justifican esta política educativa porque así no se despilfarrarían fondos públicos en la enseñanza que tendría como objetivo preparar al estudiante para un puesto de trabajo. El hecho de que esta política educativa sea más bien conservadora permite adoctrinar al estudiante desde su más tierna infancia, haciéndole más sumiso (bien educado) y mermando sus facultades de crítico y de creativo.
        Los defensores del b) propugnan una sociedad cuyos miembros estarían todos mejor cualificados para todo, para buscar un puesto de trabajo (aunque no todos lo encontrarían), para convivir mejor, para disfrutar más de sus vidas. Un título universitario, argumentan, no debe ser considerado como un derecho a encontrar trabajo sino como un instrumento para que quien lo ostente pueda ensanchar su mente, aceptar la diversidad, practicar la tolerancia. Pero es más, una sociedad b) con “exceso” de universitarios sería no sólo más digna y encomiable sino también más eficaz que una sociedad a) incluso para crear nuevos puestos de trabajo, lo que la convierte en algo compatible, incluso útil, con esta sociedad educadora de mano de obra que sin b) sería más barata, sin duda, pero con menos “valor añadido”: piénsese por ejemplo en el I+D+I, nuevas tecnologías, emprendedores…

... y por tanto de todo punto inadmisibles
        Vosotros tenéis la palabra.

Estas dos ilustraciones son tendenciosas

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