Ya sé que es un simple
juego de palabras pero, como tal, me ha hecho sonreír y no he podido evitar compartirlo
con vosotros. Se trata de un texto, “Códigos”, de Manuel Vicent que podéis leer
completo en http://elpais.com/elpais/2015/ 10/03/opinion/1443886174_ 898584.html
Sabemos que en el animal humano influyen tanto o más su cultura que su
código genético. Y Vicent se permite la licencia de identificar nuestra cultura
con nuestro código postal, en el sentido de que nuestro domicilio es todo un medio,
un entorno cultural, que nos condiciona tanto como nuestros genes.
“… en la vida existe un elemento discriminatorio más determinante que el
código genético. Se trata del código postal… Nacer y vivir en Somalia implica
un alto riesgo de morir joven, pobre y machacado por la enfermedad. Nacer y
vivir en la avenida Foch de París o en el Upper East Side de Manhattan significa
salud, riqueza y larga vida… Genéticamente Einstein apenas se distinguía de un
simple ratón o incluso de la mosca del vinagre, pero la diferencia entre un
escandinavo y un subsahariano es abismal, por eso si nada podemos hacer por
cambiar nuestra estructura cromosómica, a la hora de adquirir un poco de
felicidad todo nuestro esfuerzo suele estar dirigido a vivir en un buen código
postal, que generalmente suele llevar aparejado el uso y disfrute de los
derechos humanos. El terrible espectáculo de miles de emigrantes que mueren
ahogados en el Mediterráneo y la angustia de los refugiados que huyen de la
guerra y se estrellan contra las vallas de Europa se debe a que tratan
agónicamente de alcanzar un buen código postal, porque saben de sobra que si
permanecen bajo el hambre y las bombas su código genético habrá fracasado.”
Ya sé, ya sé que Oriol
Junqueras sabe, y lo sabe de buena tinta, que “los genes catalanes se parecen
más a los de franceses y de suizos que a los de españoles.” Pero su código
postal, qué? eh! y su código postal?
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