La moral va por un lado,
cualquiera que sea ésta, y la realidad por otra. Cuando el griego Tsipras
quiere imponer sus valores morales sobre la política austérica europea, choca y
se desvía de la realidad. Cuando la Troika impone sus acuerdos, prescinde de
cualquier valoración moral (fuera del pacta
sunt servanda), incluido el principio tan proclamado del “proyecto europeo
de consolidar la paz y la democracia mediante una prosperidad compartida”. Una realidad
moral es tanto una contradicción en los propios términos como una retórica
vacía que no lleva a ningún lado.
Otra incongruencia es la verdadera
realidad de los rescates. ¿A quién rescata Europa cuando presta “ayudas cómodas
y económicas” a países con dificultades (financieras)? ¿A esos países? No!
Rescatan en realidad a los bancos acreedores de esos países. Y cómo? qué
condiciones imponen? exigiendo aún más sacrificios a los más necesitados para
que caiga sobre ellos la carga de rescatar a los bancos acreedores extranjeros.
Es con los fondos que detraen de los recursos de los menesterosos que llenan
las arcas públicas y las cajas de las Cajas.
El tema es tan cruel y surrealista
que sus gestores, los políticos, mienten más que hablan y colisionan
histéricamente con todo lo que se encuentran al correr desesperados como pollos
sin cabeza. Porque ya no sólo son corruptos hasta la médula, es que están tan
desquiciados que, velando por su salud, deberíamos retirarlos y llevarlos a un
tratamiento clínico psiquiátrico. Estamos siendo gobernados por enfermos que
están locos de atar!
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