martes, 24 de febrero de 2015

1054 (M 24/2/15) Dandys políticos, taimados financieros

El político es un subgénero inferior del subgénero cómico del género “artista”. El artista es un creador, el cómico es un especialista en la representación y el político es un cómico que ni ha pasado por la escuela ni tiene normalmente las facultades del comediante. Y sin embargo está obligado a una continua representación. Lo que une a los tres tipos de este género es su ego, la necesidad de mantener alta su autoestima y la dependencia del halago como abono que alimente su altivez como artista, su prestancia como comediante y su torpeza como político. El narcisismo, pues, del político le obliga a exhibirse sin pudor y a demostrar mucha más capacidad de la que realmente tiene hasta llegar a desconectar de la mediocre realidad, lo que le da el toque snob de dandy y esquizofrénico.

      Por el contrario el financiero es taimado, desconfiado y no gusta de exhibir su riqueza, no sea que le pidan un préstamo. Su poder es real, pues administra al dios-Dinero que ha suplantado a los dioses paganos e incluso al moderno monoteísta, y cuando encuentra un político díscolo que no se aviene a sus intereses, se agazapa hasta encontrar el momento de asestarle el golpe final. Así que lo suyo, lo fáctico, es gobernar de verdad pero sin aparentarlo, desde detrás de las bambalinas. Al contrario que los sacerdotes religiosos que disfrutan con la ostentación, los financieros dejan ésta para su vivienda, vehículos y clubs. Prueba de que su poder es superior al religioso es que sus templos, (Bancos y Bolsas) son más altos que las iglesias modernas de capa caída. A diferencia de los políticos esquizofrénicos, el temor a perder un ápice de su riqueza acumulada les hace proclives a la paranoia.

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