sábado, 14 de febrero de 2015

1044 (S 14/2/15) Chips en la oreja

Se han dado casos, yo los he visto, de parejas que, sentados espalda contra espalda en un banco del parque o en una terraza, se comunican mejor por el móvil que mirándose de frente. Ya se habla de incrustarnos un chip en la oreja de recién nacidos, o de nacer con el pinganillo puesto en el oído interno si le damos tiempo al tiempo.

      Es la obsesión por no dejar de estar comunicados. Seríais capaces de ir a trabajar habiéndoos dejado el teléfono móvil en casa? Dicen que dijo Einstein que “el día en que la tecnología sobrepase nuestra humanidad el mundo se compondrá de una generación de idiotas”. No me extraña que surjan conflictos entre parejas por celos contra ese móvil que acapara toda su atención con merma de la nuestra. Y no me refiero a sospechas de relaciones por teléfono sino a la relación con el teléfono mismo.

Y a mí que esto me suena a pataleo por tener que adaptarnos a nuevos hábitos que nos son desconocidos? Nos resistimos a los cambios como gato panza arriba. Algo así le ocurriría al contable con visera y manguitos cuando le animaran a usar ese aparato al que llamaban calculadora.


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