1031 (S 31/1/15) El silencio de los actos terroristas en la prensa es imposible
Uno de los principales motivos del terrorismo, además de implantar el
miedo (el terror), es conseguir un efecto mediático cuando más intenso, mejor.
Parece necesario, pues, silenciar los actos terroristas para abortar sus
objetivos. Y en efecto, el resultado sería contundente, como puede comprobarse
en la censura que imponen las dictaduras.
Precisamente por eso, por
asociarse a los regímenes autoritarios, y por la dificultad de marcar objetivamente
los límites de la censura, es por lo que no cabe aplicarla en los países
democráticos que aceptan la libertad de expresión entre los derechos humanos.
Cabe la autocensura. Un
código de conducta acordado entre los mismos periodistas y sus asociaciones
profesionales marcaría los límites de la auto-censura, los casos en que procede
silenciar los atentados y las sanciones aplicables a quienes los infrinjan.
Pero cualquier incumplimiento de esta norma colocaría en ventaja al infractor
con el consiguiente incremento en su tirada de ejemplares. No parece, pues,
fácil silenciar los acontecimientos en los que probablemente estarían todos de
acuerdo en silenciarlos, si no fuera porque tienen que cumplirlos.
Pero ya que no se puede
imponer el silencio sobre los actos terroristas, al menos podríamos haber
gritado las denuncias de la revista Charlie reproduciendo de un modo masivo las
sátiras de sus viñetas.
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