viernes, 9 de enero de 2015

1009 (V 9/1/15) Las dudas del Secretario

Me llama un amigo para consultarme sobre un problema de concesión en el Ayuntamiento de VillaX del cual es Secretario. En realidad no necesita de mi consejo, que no le sabría dar, sino más bien para desahogarse porque las dudas le asaltan y agobian de día y de noche. En realidad el tema le corresponde dilucidarlo al pleno, o al Alcalde, pero éste teme que su decisión, cualquiera que fuera, podría provocar la protesta de alguno(s) de sus vecinos, y no quiere exponerse a ese rechazo, por lo que ha delegado la decisión, la patata caliente, en el Secretario del Consistorio.

Se trata de que un vecino ha solicitado se le permita explotar, a título privado, unas instalaciones obsoletas, que fueron propiedad de la extinta Hermandad de Labradores, en las que está dispuesto invertir una fuerte suma para la utilización de cámaras frigoríficas que podrían extender sus servicios a otras localidades vecinas. Mi amigo el Secretario se plantea la posibilidad de sacar la posible concesión a concurso, al que no acudiría nadie fuera de  este interesado, o financiar con fondos públicos la nueva instalación que podría ser utilizada por todos los vecinos que quisieran, o considerar otras alternativas, pero el caso es que está sumido en la duda que, según me confiesa, no le deja dormir. Pues la instalación tiene una carga: que su uso se destine a fines rústicos y a la colectividad.

No sé qué resolverá, cómo acabará, pero tampoco viene al caso. Lo que quiero resaltar es la duda de mi amigo, que también es del Alcalde, y que no imagino yo que hubiera molestado en absoluto a anteriores regidores hace cuatro o cinco años. Los que hoy día tienen que tomar decisiones que afectan a fondos públicos se la cogen con papel de fumar, pensándoselo dos veces y cuidando muy mucho no infringir la normativa, y no digamos ya a prevaricar. Y pienso que esto es fruto de la sensibilidad ciudadana que ha tomado conciencia de la responsabilidad en la administración de fondos públicos. Este avance moral es debido, y ha sido posible, a las protestas airadas que ha provocado entre los ciudadanos la corrupción administrativa adobada con una impunidad que ya no están dispuestos a tolerar más.


El peligro es que pudiéramos volver a las andadas si las protestas, por saturación o cansancio, amainaran, y relajaran su presión los indignados. Lo que quizá nos condene a una continua vigilancia sobre la utilización de los recursos públicos. Pero al menos este caso de decencia, y de toma de conciencia, ya es un paso adelante en el tema de la corrupción que nos asfixia.

No hay comentarios:

Publicar un comentario