La cúpula del PP (Gabinete de Presidencia,
coordinador de comunicaciones, o quienquiera que sea el que dé las
instrucciones), visto que lo del crecimiento económico y aumento del empleo ya
no cuela, que clama al cielo, pues ya no se lo creen ni sus más fervorosos fieles
y votantes, han decidido cambiar el chip y ya no repetirán más, dicen, esas
manidas e inútiles mentiras. En su lugar, se han repartido ejemplares del nuevo
Vade Mecum en el que se les instruye
sobre cómo deberán atacar con furia a Podemos y al PSOE, todo vale, ofrecer la estabilidad
política que sólo el PP puede garantizar (¡!?!) y asustar al personal con amenazas
de las terribles consecuencias que la sociedad civil tendría que sufrir si votaran
por cualquier otro partido, sobre todo si es honesto.
El
plan B para el caso improbable de que la economía despegara y el paro
disminuyera, sería el mantra de las supuestas mejoras económicas, Cataluña la ingrata y la
lucha contra la corrupción. Los portavoces de este plan B serían políticos
probados de recia catadura que no se sonrojaran al expresar tales disparates. Aristóteles habló del ser humano como animal político (Πολιτική ζώων, pronunc. politiké zoon), por eso el político de carrera no se va ni a la de tres, porque, según Ramoneda, si deja la política sólo queda el animal.
Todos los que se pronuncien en público
deberán repetir como loros y co-co-co-torras (ya están acostumbrados, es lo que
da la práctica y la experiencia acumulada en estos sórdidos quehaceres), las
mismas consignas con las mismas palabras, las subrayadas y en cursiva, como un
mantra aprendido en la madraza, pues es bien sabido que en este país cuanto más se roba
y se miente, más votos se consiguen para los imputados.
Parece que se habilitará un departamento
especial dentro del partido que impartirá clases sobre insultos a utilizar,
pausas entre los mismos, y el tono de la voz (enfático siempre y a veces a
gritos). En horas extras podrán practicar delante del espejo de sus baños, pero
nunca en pelotas, siempre con corbata.
(El divorcio entre el falso discurso
político y la cruda realidad lo ilustra Forges en la siguiente viñeta con su
conocida gracia y habilidad:)
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