Os imagináis al inmóvil don Tancredo
causando más destrozos que un elefante en una cacharrería? Los daños de ambos
son similares: son daños inútiles, indiscriminados, aparatosos,
desproporcionados. El mérito de don Tancredo es destrozar todo lo que le rodea
sin mover un dedo.
Es
increíble el daño que se puede hacer no haciendo nada. O simplemente por dejar
de hacer algo. Deja un campo de cultivo sin cuidar y en menos que canta un
gallo se habrá llenado de malas hierbas, matojos, abrojos, rastrojos…,
imposible para caminar; abandona a los mejores cerebros de tu país y tendrán
que emigrar allá donde les presten atención; no hagas mantenimiento en tu
vivienda y antes de que te enteres vivirás a la intemperie, o entre ruinas. El
tiempo suple nuestra inactividad erosionando materiales e ilusiones.
Deja para mañana lo que tengas que hacer hoy porque
quizás se haga solo. Siéntate a la puerta de tu casa y verás pasar el cadáver
de tu enemigo. Las cosas se hacen así porque siempre ha sido así. Estaría de
dios que pasara lo que pasó. Estas y otras justificaciones servirán para
permanecer en una inmovilidad pasiva que se puede rematar con esta otra: la
Administración nunca se ha equivocado por no haber hecho algo. Además,
permaneciendo quieto y escondido, resguardado debajo de la cama o tras un
plasma, no se oyen los gritos y lamentaciones de los que sufran, o incluso mueran,
como efecto de nuestra maldita inanición.
No viene a cuento (seguro? pero me apetece recordar un video sobre Goya:
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