martes, 25 de noviembre de 2014

965 (M 25/11/14) Depredando, que es lo suyo.

(Foto digna de un comentario de J.J. Millás. Aunque quizás sea demasiado fácil, grosera y evidente)

Una veintena de dirigentes del PP imputados en la trama “Púnica” se reunían en fincas de Toledo y Ciudad Real para cazar en monterías organizadas por la constructora del Grupo Dico. Las presas que se ven en primer plano besando el suelo no son sólo ciervos, son una metáfora de ciudadanos presas, más vulnerables cuanto más necesitados, carne de cañón predestinada desde su nacimiento a dar de comer a sus depredadores. En efecto, por sus gestos feroces y voraces sonrisas todo parece indicar que se los van a comer con patatas. Los galegos, con grelos. Uno de los participantes, cuyo nombre no quiere que se desvele,  me ha confesado que tras estas orgías cinegéticas no necesita viagra. Le basta con mirar los cuernos de sus trofeos.
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En una magnífica exhibición de periodismo de investigación, la siguiente noticia publicada por el diario El País el miércoles 19/11/14 y firmada por Joaquín Gil nos informa de “El jugoso negocio de las cacerías ‘púnicas’”:
“La constructora Grupo Dico investigada en la red costeó monterías a promotores y dirigentes del PP. Las jornadas se desarrollaron entre 2002 y 2006 y costaron hasta 2.000 euros por persona. Las monterías se desarrollaban los fines de semana en las fincas toledanas La Parrilla y La Solana y en Los Collados de San Benito, en Ciudad Real. Grupo Dico se benefició de la adjudicación de dos parcelas municipales en la zona de Valdemoro conocida como Cantonegro y de suelo industrial en el polígono Valmor, valorados en 600.000 euros. La firma también ejecutó en este pueblo un pabellón deportivo, un centro de emergencias y dos aparcamientos.
Las monterías de la compañía fundada en 1989 por los albañiles Julián Jiménez y Francisco Colado arrancaban con un desayuno consistente —migas y huevos fritos— y proseguían con el sorteo de los puestos. La nómina de asistentes a la cacería del 25 de octubre de 2004 incluyó al presidente del Senado entre 1996 y 1999 Juan Ignacio Barrero. Y tras compartir batidas de venados y jabalíes fichó como asesor externo de la empresa en materia de obra civil. Trabajó para la sociedad hasta 2006. Este abogado abandonó su escaño en el Congreso de los Diputados en 2000. Hoy, ocupa un asiento en el Consejo Consultivo de Extremadura, un organismo que vela por el principio de legalidad.
      Otro asiduo a la caza de venados a costa de los señores del ladrillo Colado y Jiménez fue el constructor David Marjaliza, socio de Granados, que hoy duerme en prisión. El juez de la Audiencia Nacional Eloy Velasco le señala como el conseguidor de la trama Púnica. Marjaliza llegó a controlar el 60% del suelo urbanizable de Valdemoro a través de decenas de sociedades.
     Grupo Dico disparó su beneficio un 146% (14 millones) en 2005. Y tres años después, declaró insolvente su promotora, Promodico. Pregonaba inversiones de 2.000 millones en Veracruz (México), Samaná (República Dominicana) y Maricá (Brasil). ¿Qué fue de esos proyectos? “A usted no le tengo que dar explicaciones”, contesta el cofundador del grupo Julián Jiménez.
      El empresario insiste en que declarará “de forma voluntaria” ante el juez Velasco. Que ha acordado con sus acreedores pagar en cinco años una deuda de 100 millones. Y que no desembolsó mordidas a cambio de adjudicaciones, como denunció ante notario el exdirectivo de su compañía David Merino, que ha declinado atender a EL PAÍS.”

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