Somos la releche, qué digo, la rehostia.
Somos el modelo para todos los países europeos, ahí estamos haciendo de
locomotora de la economía de toda la Comunidad, dando ejemplo de cómo hacer las
cosas, enseñando a todos cómo tienen que hacerlas los demás: sencillamente, siguiendo
nuestro ejemplo.
Ahí
tenemos un nuevo caso, modélico, ejemplar, como todo lo que hacemos. Hemos sido
el primer país europeo en importar y tratar un caso de ébola para que el resto
del mundo aprenda cómo hay que hacerlo. No voy a caer en los detalles que me
sonrojan sólo con imaginarlos, dignos de Groucho Marx, o de Berlanga o del
Torrente de Santiago Segura. Sólo me quedaré con uno. Importamos el traje de
nivel de máxima seguridad, antivaho, último modelo. Y lo proclamamos a los
cuatro vientos y lo enseñamos a la prensa y en la televisión. Lo que no dijimos
es que esos trajes se quedaron arrumbados en un armario sin poderlos utilizar,
ya que se necesitan dos personas para vestirse con ellos y la sala para cambiarse de ropa era tan pequeña que no
cabían dos.
Esto
sin entrar en el boato y prosopopeya de su tratamiento mediático para lucirnos
cuando al mismo tiempo ignoramos otras muchas enfermedades como la malaria, más
contagiosas y letales, pero de mucho menos coste. Pero claro, es que con éstas
no se consigue tanta audiencia. Anda, anda, y que les den.
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