Los ateos no disponen más que de su cuerpo, su dignidad y su tiempo,
mientras que los creyentes (sobre todo
los católicos) tienen su alma que los
eleva a un mundo espiritual, su dios
que les fortalece y reconforta, y su espacio
que se ensancha a medida que crecen y se relacionan en la comunión de los
santos. Que no es moco de pavo.
Las
ventajas de la fe son evidentes: a uno le dicen lo que tiene que pensar (que
eso agota lo suyo), si se comporta adecuadamente recibe el premio del paraíso
terrenal (en la otra vida), y los pecados le son perdonados (cuando los
confiesa, con lo cual puede volver a pecar cuantas veces quiera, Dios es infinitamente misericordioso), si bien paga un alto precio: acatar dogmas irracionales y sufrir una
moral objetiva patológicamente represora, pero algo hay que pagar y parece que
el beneficio lo merece. Mientras que, por el contrario, el ateo tiene que crear
sus propias convicciones (lo costoso del esfuerzo queda demostrado por la poca
cantidad de ateos que se atreven a serlo), no acepta la esperanza en otra vida
(peor aún, define la esperanza como una ilusión castrante) y no tiene quien le
perdone sus pecados (por lo que debe afrontar la responsabilidad de sus
acciones), si bien puede contradecirse y cambiar sus creencias, convencido como
está de la relatividad de sus ideas, su cultura y su moral subjetiva que
evoluciona de acuerdo con su experiencia, su entorno y los valores del grupo en
que se integra.
Ser
ateo es casi tabú y está tan mal visto que muchos que lo son no se atreven a
decirlo y se declaran, cobardemente, agnósticos. Está por otra parte el
anti-teo que es el ateo mesiánico que quiere redimir a la humanidad de esa
maldición que la mantiene como menor de edad, sumisa, débil y manipulable por
los poderes políticos, económicos y religiosos.
Las instituciones religiosas practican un
terrorismo de conciencia que aterra a quien se atreva a rebelarse amenazándole
con castigos infernales. El dogma irracional es una prueba de fuego que obliga
a un sometimiento abyecto. Tertuliano se despachó con su Credo quia absurdum (creo porque es absurdo), cabe algo más
absurdo? Por último, la raíz de toda inmoralidad, a saber, que el fin (excelso)
justifica los medios (perversos), es practicada por las religiones que, en
nombre de la mayor gloria de dios, han cometido las tropelías más depravadas de
la historia. Razones que los ateos esgrimen para dejar de ser creyentes,
sustituyendo un dios ajeno y abstracto por una dignidad propia y personal,
prefiriendo un cuerpo real a un alma maniquea y rechazando un dogma y una moral
que degrada a quien lo acepta y la practica.
La falta de racocinio con los religisosos entiendo que ponen el punto sobre la i, el peligro de este tipo de personas en mi opinión esta muy demostrado, casi se creen inmunes.
ResponderEliminarBueno tu análisis,
Besos muchos,
tRamos
Qué tema tan complicado...Igual, la mayoría de la gente piensa que lo mío es correcto y lo de lo demás, es un agravio a la buena conducta...
ResponderEliminarPues fijate, yo soy de esos animales ATEOS jjjjjjjjjjjjjjjjjjj Un saludo
ResponderEliminarYo, también, Isaboa. Ya somos, AL MENOS, dos!
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