Pedro Sánchez, el nuevo Secretario General
del PSOE, tendrá como todos, sus críticos y sus admiradores. Un ataque feroz
que podría hacérsele sería decirle que goza de la aprobación y aceptación por
parte de la elite financiera, política y económica, así como del PP y de la
CEOE (los empresarios). Ello confirmaría la decepción de quienes dicen que
entre el PP y el PSOE las diferencias son sólo de matices, y que a la hora de
gobernar aplican las mismas políticas. El poder derechiza y hace conservadores
a quienes prometían lo contrario.
A
mí sus discursos me suenan e enlatados, a guiones escritos por otros, que en
efecto podrían ser los mismos que los del partido del Gobierno. O casi. Su vestimenta
correcta y ademanes correctos avisan de que no quiere sobresaltos ni debemos esperar
de él pirotecnias que no son propias de quienes tienen responsabilidad de gobierno
o posibilidad de gobernar. Que si me gustan los partidos políticamente
correctos? Pues mire usted, que va a ser que no. Si la sociedad necesita y
exige entusiasmo y emociones, mucho me temo que en Sánchez no lo van a
encontrar. Donde sí podrán buscarlo es en PODEMOS que ha materializado la
ilusión del movimiento de indignados 15-M.
PODEMOS ha sido un cohete que no puede
quedarse en fuegos artificiales, un grito necesario y estentóreo que ha llegado para quedarse con nosotros y, apoyado como lo está por personalidades internacionales de la envergadura de Noam Chomsky y Eduardo Galeano, entre otros, no se puede permitir portavoces que no estén a la altura en materias de rigor y sobriedad. Algo que sí saben mostrar Iglesias o Echenique.
Yo quiero participar en los cambios que se avecinan.
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