martes, 3 de diciembre de 2013

883 (M 3/12/13) A los pobres no les gustan los ricos

“¿Por qué odiamos a los ricos?” es el título de un artículo que publica Jesús Andreu, director de la Fundación Carolina, cuyo órgano de gobierno lo componen Rajoy y los ministros así como los presidentes de las multinacionales del IBEX. En el texto asegura que “son prejuicios religiosos e ideológicos los que persiguen a quienes labran su fortuna con esfuerzo”. Como prejuicio religioso se refiere al texto evangélico en que se dice que es más fácil que pase un camello por el ojo de una aguja que el que un rico entre en el Reino de los Cielos. Como si la conducta religiosa no fuera de una opulencia ostentosa que nunca ha protestado por las fortunas de los ricos. Algo más fino hila cuando acepta que el simulado desprecio por la riqueza lo ha utilizado la iglesia como método de recaudación entre los acaudalados. Los que atacan la riqueza acumulada sobre la base de la desigualdad en que se asienta, sigue el sr. Andreu, cuestionan la propiedad privada, lo que califica de hipocresía pues se trata de la propiedad ajena pero bien que la defienden en la propia, si bien yo traduzco al román paladino lo que este señor expresa de un modo más sibilino. Añade que los ideales igualitarios son un anacronismo, que sólo se pretende que la propiedad “pase de manos”, pues ya sabemos que nada se pierde sino que se transforma, en este caso se transfiere (de bolsillos). Que el empresario siga estando mal visto en España condiciona el retraso que sufre el empresariado en nuestro país…, habla de un miedo a la libertad…, para terminar rematando con el “estigma que sigue persiguiendo a aquellos que se han labrado su fortuna a golpe de esfuerzos, talento, fracasos y riesgo”. (Sólo falta la fanfarria final.)
      Pues mire usted, sr. Andreu, que va a ser que no: que cada exceso que le sobre a los que tienen de más es un mordisco a la tarta que se detrae de los recursos de los que tienen menos; que el plus de riqueza de los que tienen de sobra es un insulto para los que no tienen donde caerse muertos; que la desigualdad excesiva dificulta la meritocracia (el gobierno ejercido por los más capaces y no por los nepotes) y bloquea la movilidad social que debe haber en una democracia con clases abiertas; que la escasez de renta en las clases más bajas es un lastre que reduce la capacidad de consumo y como consecuencia el desarrollo de la producción y de la economía; que las escasas fortunas labradas honestamente y a golpe de esfuerzo no pueden utilizarse como ejemplo de cientos de fortunas cuyo origen es bastardo y en demasiadas ocasiones fruto de malversación de fondos públicos.
      Que a los pobres no les gustan los ricos.... Y al revés?

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