Con la nueva Ley de Seguridad no quieren
protegernos a nosotros sino a blindarse a sí mismos contra nosotros.
Como las medidas autoritarias, dictatoriales, inaceptablemente represivas, que
proponen son anticonstitucionales y no habría código penal que las soportase,
no tipifican las protestas como delitos sino como faltas, infracciones,
administrativas, y nos muelen a palos de multas que substituyan a la cadena
perpetua. Además, al tipificarlas como faltas revierten la carga de la prueba contra
el administrado que será considerado culpable (multado) mientras no demuestre
su inocencia. Justo al contrario que los políticos delincuentes. De este modo
aseguran la inseguridad jurídica del ciudadano mientras exponen impúdicamente su
inseguridad política y moral.
Al ministro del Interior, sr. Fernández Díaz, no le gusta que el primero
que pase por ahí pueda grabar a un grupo de policías apaleando a niños o viejos
porque luego pueden enseñarlo y desmentir sus declaraciones en favor de la
impecable actuación de los guardianes del orden y de la seguridad nacional. Así
que presenta una ley que castigue…, hasta con 30.000 € ! sic, han leído bien: 30.000!, de multa al primero que se le ocurra
sacar el móvil y fotografiar a policías que no hacen más que cumplir con su
deber, con toda la exquisitez que exige la democracia y que el ciudadano se
merece, no faltaría más.
Al ministro del Interior, sr. Fernández Díaz, no le gusta que los
estudiantes, los sanitarios, dependientes, adolescentes, viejos y niños,
funcionarios públicos, empleados de la limpieza y de cualquier servicio público
o privado, se manifiesten para protestar de lo que sea, y en aras de…, de qué?
de la seguridad nacional? de la paz social? de la fluidez de la circulación?
quiere multar hasta con 600.000 €, sic,
han leído bien: 600.000!, a quienes
organicen manifestaciones que ponen las calles perdidas, que es una barbaridad.
Al ministro del Interior, sr, Fernández Díaz, le molestan las mareas de
todo tipo que circulan por las calles manifestándose en contra de lo que sea,
porque lo único que hacen es molestar a los ciudadanos y ya no saben contra qué
protestar.
Al ministro del Interior, sr. Fernández Díaz, no le gustan los
escraches, eso de que identifiquen a los delincuentes públicos para que la
chusma pueda despreciarlos, y mucho menos cuando se recogen en sus casas para
gozar de la merecida paz familiar. Multa hasta de 600.000, sic, han leído bien: 600.000!,
Los policías no tienen por qué identificarse porque eso atentaría contra
su seguridad. Sus disparos de bolas de goma sacan ojos porque rebotan donde
dan. Los maderos más sádicos recibirán reconocimiento, medallas y premios y, si
por error son condenados, se les indultará.
Ahora debe estar reflexionando sobre el monto de las multas a quienes se
reúnan en los sótanos de sus casas para debatir y protestar sobre las
actividades y medidas del gobierno… Paranoia? Miedo? Se trata de superar la
represión de anteriores dictadores para tranquilidad de los peatones y de la
circulación vial. Reprimiendo los derechos humanos, civiles y fundamentales, se
aumenta la presión dentro de la olla y luego se preguntarán qué la hizo
estallar. Sólo falta ya que nos multen por pensar, o por leer, “eh, tú,
pringao, qué es eso que tienes en la mano, eh? a ver, un libro…, te crees mu
listo, verdad? y ahí repanchingao en un banco del parque, no? tú crees que los
bancos en el parque están para leer? eh! que te estoy hablando a ti! te meto
una…, a ver, venga, la documentación, que te voy a meter una multa de tres
pares de cojones…, se va a enterar este pringao…”
Y digo yo: si, como aseguran todos los miembros del gobierno, todo va a
mejorar desde el 2014 y ya no habrá motivos para protestar contra la política
económica y la laboral, ¿qué sentido tiene reforzar la represión de actividades
que ya no tendrán lugar?
Si con la democracia recuperamos las calles, estos desalmados están dispuestos a quitárnosla de nuevo. “La calle es suya”, remedan a Fraga.
Si con la democracia recuperamos las calles, estos desalmados están dispuestos a quitárnosla de nuevo. “La calle es suya”, remedan a Fraga.
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