Sol
sol sol, do do miii, dooo soool…, salgo canturreando Rigoletto sin pisar el
suelo.
No es la primera vez que acudo a un concierto en Saviñán. Hace dos o
tres años me invitaron allí mismo a un recital único, de música de clavicémbalos,
anteriores al Barroco pero fabricados ahora por el holandés Titus que los
exporta contra pedido. Todavía lo recuerdo como si hubiera sido ayer. Y ahora Tutto Verdi, un regalo que la cincuentena
asistente al recital, de 700 vecinos que habitan en este pueblo a unos 20 km de
Calatayud, ha sabido apreciar y hacer llegar a los cantantes, la soprano
Estrella Cuello, el tenor Jesús Lavid y el barítono José Manuel Conde, que,
agradecidos y entregados a su propia fiesta, nos han regalado los oídos con
temas de I Lombardi, Otello, Macbeth, Un
Ballo in Maschera, La Forza del Destino, Il Trovatore… Verdi se crece con
los coros que aquí faltaban. Pero en una traca final los asistentes nos hemos
convertido en un coro espontáneo acompañándoles a grito pelado en el Brindis de La Traviata, que nos han
regalado como postre fuera de menú en agradecimiento por haber sabido apreciar
lo que nos daban. Qué gozada! Yo me
lo he pasado bomba.
Cuando el pianista brasileño Sergio Kuhlmann acarició aporreando el
piano con los acordes de la Paráfrasis de
Liszt sobre Rigoletto, donde el tema que salí canturreando se desparramaba
por los cuatro costados del piano, saltamos entusiasmados como muelles de los
bancos para aplaudir a rabiar, con un bravo! bravo! que hasta el pianista se
puso colorao. Para rematar, y
agradeciendo la hospitalidad del recinto de la Virgen del Río que nos acogió, cantaron
el Ave María que nunca distingo si es la de Schubert o la de Gounod.
Y al salir no pude por menos de reprocharme por pasarme los días despotricando
contra esos desgraciaos, delincuentes, hijos de la gran… que se dicen
servidores de la ciudadanía, cuando tenemos tantas cosas agradables al alcance
de las manos, del oído, de los ojos, de la piel… Anda y que les zurzan, a esos
que les den.
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