Hago las siguientes reflexiones con motivo de la boutade del catalán de ERC Oriol Junqueras, amenazando con
paralizar la economía. El día menos pensado deroga por decreto la ley de la
oferta y la demanda o el síndrome de Down. Preguntando por un periodista cómo
piensan hacerlo se escaqueó, bueno, “no sé si lo haremos, pero siempre podremos
amenazar con hacerlo.” Este pasmarote de remate es el mismo que se fue a Bruselas a
pedirles ayuda en su lucha por el independentismo. Y la culpa no es sólo de él,
también hay catalanes que lo votan y con ello lo han encumbrado. Dónde dejaron
su seny? la elegancia, la moderación, la ecuanimidad, el sentido común, el
anti-fanatismo por excelencia. Los que han votado a este energúmeno son tan
corresponsables de su protagonismo como los peperos lo son del gobierno del PP
a escala nacional. Por apoyarlos. Mirad a Oriol Junqueras y ved a lo que se
puede llegar cuando uno es un fanático (de lo que sea).
Los fanáticos son exageradamente
emocionales, y por tanto inmaduros, infantiles, y como tales adolecen de un
gratuito victimismo, de una pretendida incomprensión y un fuerte desprecio por
todos los que no sienten como ellos. Se les identifica por sus himnos y
banderas, esos trapos que están llenos de sangre.
Que no se asuste nadie por lo que voy a decir,
pero para mí estos calentamientos nacionalistas son tan peligrosos como los
religiosos. Tienen en común el fanatismo. Un fanatismo que les impide razonar,
o tener criterios propios, o escuchar argumentos que no sean los suyos. La fe
del fanático le impide dialogar, sólo le permite la condena. Ser catalán y
sentirlo, como ser andaluz y emocionarse, o ser tailandés y proclamarlo como lo
más grande que le ha ocurrido a uno, es tan loable y legítimo como ser
portugués. Pero de ahí a una mística excluyente, cateta y fanática, media un
abismo que no le hace ningún favor al colectivo que la sufre y la soporta.
Utilizan la incomprensión (“no podéis entendernos”), las emociones, los
símbolos, como dogmas que quieren imponer. Sin percatarse de que tales
emociones reblandecen el cerebro y les impide tener criterios propios, pensar
por sí mismos, o sea, ser adultos.
P/S: En relación con el tema de ayer, "brotes verdes", me quedé con las ganas de rematarlo con una apreciación sobre los posibles efectos benéficos de la "crisis", de la cual hemos sacado, como mínimo, estas cinco conclusiones: Una, que los políticos son (o
deberían ser) empleados nuestros, ya que somos nosotros quienes les
pagamos el sueldo, por lo que les debemos el respeto que nos merecen todas las
personas, en cuanto tales, pero en tanto que políticos ni les debemos ningún
respeto ni ellos se merecen ningún tipo de privilegios. Dos, que los políticos
des-controlados, además de corruptos
pudren de un modo sistémico todas las instituciones del Estado. Tres, que la auto-regulación
sólo lleva a la máxima explotación de los más necesitados. Cuatro,
que dada la podredumbre del sistema, hay que actuar contra él
para desdoblarlo como a un calcetín, pues no cabe remediarlo desde dentro. Cinco, que una gran mayoría de los ciudadanos tiene claro todo esto.
Gracias, mostrencos, por vuestra crueldad, ignorancia y disparates que nos han permitido ver la luz en pleno túnel.
Gracias, mostrencos, por vuestra crueldad, ignorancia y disparates que nos han permitido ver la luz en pleno túnel.
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