martes, 19 de noviembre de 2013

869 (M 19/11/13) Comidas de coco


          Hago las siguientes reflexiones con motivo de la boutade del catalán de ERC Oriol Junqueras, amenazando con paralizar la economía. El día menos pensado deroga por decreto la ley de la oferta y la demanda o el síndrome de Down. Preguntando por un periodista cómo piensan hacerlo se escaqueó, bueno, “no sé si lo haremos, pero siempre podremos amenazar con hacerlo.” Este pasmarote de remate es el mismo que se fue a Bruselas a pedirles ayuda en su lucha por el independentismo. Y la culpa no es sólo de él, también hay catalanes que lo votan y con ello lo han encumbrado. Dónde dejaron su seny? la elegancia, la moderación, la ecuanimidad, el sentido común, el anti-fanatismo por excelencia. Los que han votado a este energúmeno son tan corresponsables de su protagonismo como los peperos lo son del gobierno del PP a escala nacional. Por apoyarlos. Mirad a Oriol Junqueras y ved a lo que se puede llegar cuando uno es un fanático (de lo que sea).
       Los fanáticos son exageradamente emocionales, y por tanto inmaduros, infantiles, y como tales adolecen de un gratuito victimismo, de una pretendida incomprensión y un fuerte desprecio por todos los que no sienten como ellos. Se les identifica por sus himnos y banderas, esos trapos que están llenos de sangre.

       Que no se asuste nadie por lo que voy a decir, pero para mí estos calentamientos nacionalistas son tan peligrosos como los religiosos. Tienen en común el fanatismo. Un fanatismo que les impide razonar, o tener criterios propios, o escuchar argumentos que no sean los suyos. La fe del fanático le impide dialogar, sólo le permite la condena. Ser catalán y sentirlo, como ser andaluz y emocionarse, o ser tailandés y proclamarlo como lo más grande que le ha ocurrido a uno, es tan loable y legítimo como ser portugués. Pero de ahí a una mística excluyente, cateta y fanática, media un abismo que no le hace ningún favor al colectivo que la sufre y la soporta. Utilizan la incomprensión (“no podéis entendernos”), las emociones, los símbolos, como dogmas que quieren imponer. Sin percatarse de que tales emociones reblandecen el cerebro y les impide tener criterios propios, pensar por sí mismos, o sea, ser adultos.

P/S: En relación con el tema de ayer, "brotes verdes", me quedé con las ganas de rematarlo con una apreciación sobre los posibles efectos benéficos de la "crisis", de la cual hemos sacado, como mínimo, estas cinco conclusiones: Una, que los políticos son (o deberían ser) empleados nuestros, ya que somos nosotros quienes les pagamos el sueldo, por lo que les debemos el respeto que nos merecen todas las personas, en cuanto tales, pero en tanto que políticos ni les debemos ningún respeto ni ellos se merecen ningún tipo de privilegios. Dos, que los políticos des-controlados, además de corruptos pudren de un modo sistémico todas las instituciones del Estado. Tres, que la auto-regulación sólo lleva a la máxima explotación de los más necesitados. Cuatro, que dada la podredumbre del sistema, hay que actuar contra él para desdoblarlo como a un calcetín, pues no cabe remediarlo desde dentro. Cinco, que una gran mayoría de los ciudadanos tiene claro todo esto.
       Gracias, mostrencos, por vuestra crueldad, ignorancia y disparates que nos han permitido ver la luz en pleno túnel.
       

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