Siguen argumentando para defenderse de las
acusaciones de corrupción con el mantra de que no se les podrá condenar como
culpables por falta de pruebas. O por tener influencia suficiente para que el
caso Bárcenas, y cualquier otro que se presente contra ellos, quede en agua de
borrajas. Lo que nos obliga a reproducir el texto de la entrada 838 del viernes
18, hace 10 días, “Para garbanzos labro”, en el que insistiremos cuantas veces haga falta, y que decía así:
Para
garbanzos labro, se dice
en Aragón cuando no se quiere responder a una pregunta impertinente,
extemporánea o simplemente incómoda. Salir
por peteneras, se dice en Andalucía, o por
los cerros de Ubeda, en España. Una salida
de pata de banco es también la que utilizó Rajoy en su momento para (no)
responder a una pregunta, reiterada por varios periodistas, sobre Bárcenas,
sobresueldos y financiación ilegal de su partido, y que recogíamos en la entrada 846, de antesdeayer, titulada “Catálogo y glosario...", en el último de los eufemismos más utilizados. Respondió así: “hay cosas que no se podrán probar”, lo que significa como mínimo dos cosas: una, que los delitos no
existen si no se pueden probar (aunque nadie, ni ellos mismos, duden de su
existencia), confundiendo esa posible “absolución” con su inocencia; dos, que
no se trata de ser honestos, sino de delinquir de manera que no se pueda
probar. Y punto.”
Esta respuesta del
presidente del Gobierno merece una glosa, un comentario, adicional: además de
inaceptable delata un desprecio a la ciudadanía que nos impide tenerle ningún
respeto; además de insoportable, enseña cómo hay que actuar para reírse de la
ley y de la justicia; además de autodenuncia, demuestra que lo importante no es
delinquir o no, sino hacerlo de manera que no te puedan coger; además de
cínica, es una chulería que amenaza con manipular las pruebas y los tribunales
para que no puedan llegar a buen término en un eventual procesamiento; además
de irracional, es un insulto a la inteligencia y a la democracia; además de
impertinente y sinuosa, es autoinculpatoria al no negar el delito sino que se
refugia en la dificultad de su comprobación, de lo cual ya se encargarán él y
su gobierno.
Y éste señor es nuestro presidente
del Gobierno.
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