Para quien me tache de anticlerical (que lo soy, pero sólo de las cúpulas), estaréis conmigo en que el fanatismo (propio de las religiones o del terrorismo) es un mal perverso difícil de desarraigar; que la primavera árabe (por una sociedad laica bajo del imperio de la ley civil) quedó abortada por la imposición de la sharía (la ley religiosa y los gurús religiosos por encima de las leyes y de los gobernantes); y tres, que incluso en España sigue arraigada una fuerte influencia de las instituciones religiosas. Si estamos de acuerdo con esto podemos seguir, sin que se me atribuya una fobia religiosa (que la tengo, pero que no me impide intentar ser objetivo como en este caso de hoy).
Podríamos
habernos adelantado a Francia, pero estos trogloditas que nos gobiernan nos han vuelto a meter en
las cavernas y adivina tú cuándo nos podremos recuperar. Se trata de un texto
de obligada exhibición en los colegios que los niños en toda Francia verán todos los días,
donde se muestran los principios laicos que deben gobernar nuestra sociedad. Lo
componen 15 puntos elaborados por el ministro de Educación, Vincent Peillon,
que fueron aprobados el pasado 8 de julio y dicen así:
1. Francia es una República
indivisible, laica, democrática y social que respeta todas las creencias.
2. La
República laica organiza la separación entre religión y Estado. No hay religión
de Estado.
3. El
laicismo garantiza la libertad de conciencia. Cada cual es libre de creer o de
no creer.
4. El
laicismo permite el ejercicio de la ciudadanía, conciliando la libertad de cada
uno con la igualdad y la fraternidad.
5. La
República garantiza el respeto a sus principios en las escuelas.
6. El
laicismo en la escuela ofrece a los alumnos las condiciones para forjar su
personalidad les protege de todo proselitismo y toda presión que les impida
hacer su libre elección.
7. Todos los
estudiantes tienen garantizado el acceso a una cultura común y compartida.
8. La Carta
del Laicismo asegura también la libertad de expresión de los alumnos.
9. Se
garantiza el rechazo de las violencias y discriminaciones y la igualdad entre
niñas y niños.
10. El
personal escolar está obligado a transmitir a los alumnos el sentido y los valores
del laicismo.
11. Los
profesores tienen el deber de ser estrictamente neutrales.
12. Los
alumnos no pueden invocar una convicción religiosa para discutir una cuestión
del programa.
13. Nadie
puede rechazar las reglas de la escuela de la República invocando su
pertenencia religiosa.
14. Está
prohibido portar signos o prendas con las que los alumnos manifiesten
ostensiblemente su pertenencia religiosa.
15. Por sus
reflexiones y actividades, los alumnos contribuyen a dar vida a la laicidad en
el seno de su centro escolar.
Es de destacar que, junto a la
proclamación de los principios de la laicidad, se trata al mismo tiempo de
promover la igualdad entre alumnas y alumnos. El texto, que subraya en su
artículo 14 la prohibición de prendas o distintivos religiosos “de forma
ostensible”, ha suscitado las críticas de algunos sectores de la comunidad
islámica, que reúne a seis millones de personas en Francia, porque considera
que hace demasiadas referencias al velo islámico, prohibido en Francia desde
2004.
“Demasiada gente tiene una
representación errónea del laicismo”, ha replicado este lunes el ministro
Vincent Peillon al presentar la carta ante la prensa; “Para algunos alumnos el
laicismo es hoy antes que nada una prohibición, una amenaza”, ha declarado el
ministro Vincent Peillon, “cuando es
justo lo contrario. El laicismo es lo que permite a cada uno construir su
propia libertad respetando la de los demás… El laicismo no se refiere a una
religión en particular porque precisamente las pone a todas en situación de
igualdad.”
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