viernes, 13 de septiembre de 2013

803 (V 13/9/13) Mezquita o catedral?

El año que viene la UNESCO tiene que revisar la calificación de la Mezquita de Córdoba como Patrimonio de la Humanidad. Dado que una reforma inconstitucional perpetrada por Aznar permitió a la Iglesia Católica registrarla a su nombre como Santa Iglesia Catedral de Córdoba, nombre éste que incluso figura en las entradas que cobran a los turistas y no declaran ni siquiera como donativos, corremos todos el riesgo de que la identifiquen como tal, Catedral, en lugar de como Mezquita, paradigma universal del respeto a la diferencia, que es lo que siempre fue y como todos la llamamos.
      El texto que sigue no es mío, sino de Antonio Rodríguez Ramos, dr. en Dcho. y profesor de Derecho Civil en la Universidad de Córdoba: Sombras en la Mezquita de Córdoba, Un paradigma en peligro, y dice como sigue:
     La Mezquita de Córdoba no es un palimpsesto de culturas y religiones, como pretende hacernos creer la jerarquía católica que la posee y explota turísticamente. No se trata de una mera superposición de capas arqueológicas que se aplastan y ocultan unas a otras, quedando visible y victoriosa sólo la última. Todo lo contrario. La Mezquita de Córdoba es un crisol arquitectónico y artístico que desnuda toda la riqueza espiritual de Andalucía y el ser humano. Por eso es Patrimonio de la Humanidad y nos pertenece a todos. Un templo inmemorial que aún no ha perdido la memoria, pero que podría perderla si se sigue tolerando la apropiación jurídica, económica y simbólica que está llevando a cabo la jerarquía católica, especialmente a partir de su inscripción en el Registro de la Propiedad en 2006. La llamaron Santa Iglesia Catedral de Córdoba. Y desde entonces cometen esta metonimia hasta en las entradas que cobran y no declaran en concepto de donativos. Ni el Papa se atrevió a cambiar el nombre al Panteón en Roma, ni el Sultán el de Santa Sofía en Estambul. Si toda la Mezquita fuera Catedral pasaría a ser el templo más grande de la cristiandad, superando a la Basílica de San Pedro en el Vaticano.
   Su inmatriculación es nula de pleno derecho debido a la inconstitucionalidad de las normas en la que se ampara (la Iglesia Católica no es una administración), la carencia de un titulo material para su adquisición (consagrar no es un modo reconocido en nuestro Derecho), y la imposibilidad legal de usucapir bienes públicos. En consecuencia, no se le puede exigir a la Iglesia Católica el IBI por ella, ya que nadie paga por lo que no es suyo.
      Dado que el uso principal que se hace de este monumento es el turístico, el Cabildo que lo explota en régimen de monopolio, en un ejercicio abusivo y casi policial, como mínimo debería dar cuentas del dinero que recauda por las entradas. Carece de sentido que exijamos transparencia económica a la corona, partidos, sindicatos o instituciones públicas, y no hagamos lo propio con la jerarquía católica que también percibe dinero de las administraciones públicas, o ingentes cantidades de los particulares como donativos que podríamos desgravar en nuestro IRPF. Si el año pasado se calcula que ganó unos 11 millones de euros con las entradas a la Mezquita, tendría que haber ingresado a las arcas públicas cerca de tres millones en concepto de impuestos.

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